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Capítulo 1
Una nación pecadora
1 Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén
en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.
2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y
los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.
3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no
entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.
4 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos,
hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel,
se volvieron atrás.
5 ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda
cabeza está enferma, y todo corazón doliente.
6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino
herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni
suavizadas con aceite.
7 Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego,
vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como
asolamiento de extraños.
8 Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en
melonar, como ciudad asolada.
9 Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño,
como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra.
Llamamiento al arrepentimiento verdadero
10 Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de
nuestro Dios, pueblo de Gomorra.
11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios?
Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no
quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.
12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros
delante de mí para hollar mis atrios?
13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna
nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son
iniquidad vuestras fiestas solemnes.
14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene
aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.
15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos;
asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de
sangre vuestras manos.
16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante
de mis ojos; dejad de hacer lo malo;
17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado,
haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados
fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos
como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;
20 si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada;
porque la boca de Jehová lo ha dicho.
Juicio y redención de Jerusalén
21 ¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de
justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas.
22 Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con
agua.
23 Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el
soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni
llega a ellos la causa de la viuda.
24 Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de
Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis
adversarios;
25 y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus
escorias, y quitaré toda tu impureza.
26 Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran
antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.
27 Sion será rescatada con juicio, y los convertidos de ella con
justicia.
28 Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y los que
dejan a Jehová serán consumidos.
29 Entonces os avergonzarán las encinas que amasteis, y os afrentarán
los huertos que escogisteis.
30 Porque seréis como encina a la que se le cae la hoja, y como huerto
al que le faltan las aguas.
31 Y el fuerte será como estopa, y lo que hizo como centella; y ambos
serán encendidos juntamente, y no habrá quien apague.
Capítulo 2
Reinado universal de Jehová
1 Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén.
2 Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte
de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los
collados, y correrán a él todas las naciones.
3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de
Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y
caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén
la palabra de Jehová.
4 Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y
volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará
espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.
Juicio de Jehová contra los soberbios
5 Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová.
6 Ciertamente tú has dejado tu pueblo, la casa de Jacob, porque están
llenos de costumbres traídas del oriente, y de agoreros, como los
filisteos; y pactan con hijos de extranjeros.
7 Su tierra está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin.
También está su tierra llena de caballos, y sus carros son innumerables.
8 Además su tierra está llena de ídolos, y se han arrodillado ante la
obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos.
9 Y se ha inclinado el hombre, y el varón se ha humillado; por tanto, no
los perdones.
10 Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de
Jehová, y del resplandor de su majestad.
11 La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los
hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día.
12 Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y
altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido;
13 sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las
encinas de Basán;
14 sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados elevados;
15 sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte;
16 sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas las pinturas
preciadas.
17 La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será
humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día.
18 Y quitará totalmente los ídolos.
19 Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la
tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su
majestad, cuando él se levante para castigar la tierra.
20 Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de
plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase,
21 y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las
peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su
majestad, cuando se levante para castigar la tierra.
22 Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es
él estimado?
Capítulo 3
Juicio de Jehová contra Judá y Jerusalén
1 Porque he aquí que el Señor Jehová de los ejércitos quita de Jerusalén
y de Judá al sustentador y al fuerte, todo sustento de pan y todo socorro
de agua;
2 el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y
el anciano;
3 el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el
artífice excelente y el hábil orador.
4 Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores.
5 Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su
vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el
noble.
6 Cuando alguno tomare de la mano a su hermano, de la familia de su
padre, y le dijere: Tú tienes vestido, tú serás nuestro príncipe, y toma
en tus manos esta ruina;
7 él jurará aquel día, diciendo: No tomaré ese cuidado; porque en mi
casa ni hay pan, ni qué vestir; no me hagáis príncipe del pueblo.
8 Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de
ellos y sus obras han sido contra Jehová para irritar los ojos de su
majestad.
9 La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como
Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque
amontonaron mal para sí.
10 Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus
manos.
11 ¡Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le
será pagado.
12 Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon
de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus
caminos.
13 Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar a los pueblos.
14 Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus
príncipes; porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre
está en vuestras casas.
15 ¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis las caras de los
pobres? dice el Señor, Jehová de los ejércitos.
Juicio contra las hijas de Sion
16 Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y
andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van
danzando, y haciendo son con los pies;
17 por tanto, el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion, y Jehová
descubrirá sus vergüenzas.
18 Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las
lunetas,
19 los collares, los pendientes y los brazaletes,
20 las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los
pomitos de olor y los zarcillos,
21 los anillos, y los joyeles de las narices,
22 las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas,
23 los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados.
24 Y en lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en
lugar de cinturón, y cabeza rapada en lugar de la compostura del cabello;
en lugar de ropa de gala ceñimiento de cilicio, y quemadura en vez de
hermosura.
25 Tus varones caerán a espada, y tu fuerza en la guerra.
26 Sus puertas se entristecerán y enlutarán, y ella, desamparada, se
sentará en tierra.
Capítulo 4
1 Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo:
Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas;
solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio.
Futuro glorioso de Jerusalén
2 En aquel tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y
el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de
Israel.
3 Y acontecerá que el que quedare en Sion, y el que fuere dejado en
Jerusalén, será llamado santo; todos los que en Jerusalén estén
registrados entre los vivientes,
4 cuando el Señor lave las inmundicias de las hijas de Sion, y limpie la
sangre de Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de juicio y con
espíritu de devastación.
5 Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sion, y sobre los
lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche
resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria habrá un
dosel,
6 y habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y
escondedero contra el turbión y contra el aguacero.
Capítulo 5
Parábola de la viña
1 Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi
amado una viña en una ladera fértil.
2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había
edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y
esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.
3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora
entre mí y mi viña.
4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?
¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?
5 Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su
vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada.
6 Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo
y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre
ella.
7 Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y
los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí
vileza; justicia, y he aquí clamor.
Ayes sobre los malvados
8 ¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta
ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra?
9 Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las
muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas.
10 Y diez yugadas de viña producirán un bato, y un homer de semilla
producirá un efa.
11 ¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que
se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende!
12 Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y
no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos.
13 Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo
conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.
14 Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca;
y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que
en él se regocijaba.
15 Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados
los ojos de los altivos.
16 Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo
será santificado con justicia.
17 Y los corderos serán apacentados según su costumbre; y extraños
devorarán los campos desolados de los ricos.
18 ¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado
como con coyundas de carreta,
19 los cuales dicen: Venga ya, apresúrese su obra, y veamos; acérquese,
y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepamos!
20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de
la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y
lo dulce por amargo!
21 ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes
delante de sí mismos!
22 ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para
mezclar bebida;
23 los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su
derecho!
24 Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama
devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se
desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los
ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel.
25 Por esta causa se encendió el furor de Jehová contra su pueblo, y
extendió contra él su mano, y le hirió; y se estremecieron los montes, y
sus cadáveres fueron arrojados en medio de las calles. Con todo esto no ha
cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
26 Alzará pendón a naciones lejanas, y silbará al que está en el extremo
de la tierra; y he aquí que vendrá pronto y velozmente.
27 No habrá entre ellos cansado, ni quien tropiece; ninguno se dormirá,
ni le tomará sueño; a ninguno se le desatará el cinto de los lomos, ni se
le romperá la correa de sus sandalias.
28 Sus saetas estarán afiladas, y todos sus arcos entesados; los cascos
de sus caballos parecerán como de pedernal, y las ruedas de sus carros
como torbellino.
29 Su rugido será como de león; rugirá a manera de leoncillo, crujirá
los dientes, y arrebatará la presa; se la llevará con seguridad, y nadie
se la quitará.
30 Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar; entonces mirará
hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación, y en sus cielos se
oscurecerá la luz.
Capítulo 6
Visión y llamamiento de Isaías
1 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono
alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.
2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos
cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban.
3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de
los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.
4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que
clamaba, y la casa se llenó de humo.
5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo
de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han
visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
6 Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón
encendido, tomado del altar con unas tenazas;
7 y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus
labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.
8 Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá
por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
9 Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por
cierto, mas no comprendáis.
10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus
ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón
entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.
11 Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las
ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la
tierra esté hecha un desierto;
12 hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los
lugares abandonados en medio de la tierra.
13 Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser
destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda
el tronco, así será el tronco, la simiente santa.
Capítulo 7
Mensaje de Isaías a Acaz
1 Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de
Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel,
subieron contra Jerusalén para combatirla; pero no la pudieron tomar.
2 Y vino la nueva a la casa de David, diciendo: Siria se ha confederado
con Efraín. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como
se estremecen los árboles del monte a causa del viento.
3 Entonces dijo Jehová a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y
Sear-jasub tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el
camino de la heredad del Lavador,
4 y dile: Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa
de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y
de Siria, y del hijo de Remalías.
5 Ha acordado maligno consejo contra ti el sirio, con Efraín y con el
hijo de Remalías, diciendo:
6 Vamos contra Judá y aterroricémosla, y repartámosla entre nosotros, y
pongamos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel.
7 Por tanto, Jehová el Señor dice así: No subsistirá, ni será.
8 Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín; y
dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser
pueblo.
9 Y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria el hijo de
Remalías. Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis.
10 Habló también Jehová a Acaz, diciendo:
11 Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en
lo profundo, o de arriba en lo alto.
12 Y respondió Acaz: No pediré, y no tentaré a Jehová.
13 Dijo entonces Isaías: Oíd ahora, casa de David. ¿Os es poco el ser
molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mi Dios?
14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen
concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
15 Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger
lo bueno.
16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la
tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada.
17 Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu
padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de
Judá, esto es, al rey de Asiria.
18 Y acontecerá que aquel día silbará Jehová a la mosca que está en el
fin de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria;
19 y vendrán y acamparán todos en los valles desiertos, y en las
cavernas de las piedras, y en todos los zarzales, y en todas las matas.
20 En aquel día el Señor raerá con navaja alquilada, con los que habitan
al otro lado del río, esto es, con el rey de Asiria, cabeza y pelo de los
pies, y aun la barba también quitará.
21 Acontecerá en aquel tiempo, que criará un hombre una vaca y dos
ovejas;
22 y a causa de la abundancia de leche que darán, comerá mantequilla;
ciertamente mantequilla y miel comerá el que quede en medio de la tierra.
23 Acontecerá también en aquel tiempo, que el lugar donde había mil
vides que valían mil siclos de plata, será para espinos y cardos.
24 Con saetas y arco irán allá, porque toda la tierra será espinos y
cardos.
25 Y a todos los montes que se cavaban con azada, no llegarán allá por
el temor de los espinos y de los cardos, sino que serán para pasto de
bueyes y para ser hollados de los ganados.
Capítulo 8
Sea Jehová vuestro temor
1 Me dijo Jehová: Toma una tabla grande, y escribe en ella con
caracteres legibles tocante a Maher-salal-hasbaz.
2 Y junté conmigo por testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías
hijo de Jeberequías.
3 Y me llegué a la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo. Y
me dijo Jehová: Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz.
4 Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y Madre mía, será
quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de
Asiria.
5 Otra vez volvió Jehová a hablarme, diciendo:
6 Por cuanto desechó este pueblo las aguas de Siloé, que corren
mansamente, y se regocijó con Rezín y con el hijo de Remalías;
7 he aquí, por tanto, que el Señor hace subir sobre ellos aguas de ríos,
impetuosas y muchas, esto es, al rey de Asiria con todo su poder; el cual
subirá sobre todos sus ríos, y pasará sobre todas sus riberas;
8 y pasando hasta Judá, inundará y pasará adelante, y llegará hasta la
garganta; y extendiendo sus alas, llenará la anchura de tu tierra, oh
Emanuel.
9 Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados; oíd, todos los que sois de
lejanas tierras; ceñíos, y seréis quebrantados; disponeos, y seréis
quebrantados.
10 Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme,
porque Dios está con nosotros.
11 Porque Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que
no caminase por el camino de este pueblo, diciendo:
12 No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama
conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo.
13 A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y
él sea vuestro miedo.
14 Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por
piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al
morador de Jerusalén.
15 Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados; y se
enredarán y serán apresados.
16 Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos.
17 Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de
Jacob, y en él confiaré.
18 He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y
presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el
monte de Sion.
19 Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que
susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios?
¿Consultará a los muertos por los vivos?
20 ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque
no les ha amanecido.
21 Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que
teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando
el rostro en alto.
22 Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y
angustia; y serán sumidos en las tinieblas.
Capítulo 9
Nacimiento y reinado del Mesías
1 Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal
como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la
primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin
llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea
de los gentiles.
2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en
tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.
3 Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante
de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos.
4 Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro
de su opresor, como en el día de Madián.
5 Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla,
y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego.
6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre
su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre
Eterno, Príncipe de Paz.
7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono
de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en
justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos
hará esto.
La ira de Jehová contra Israel
8 El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel.
9 Y la sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con
soberbia y con altivez de corazón dicen:
10 Los ladrillos cayeron, pero edificaremos de cantería; cortaron los
cabrahigos, pero en su lugar pondremos cedros.
11 Pero Jehová levantará los enemigos de Rezín contra él, y juntará a
sus enemigos;
12 del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena
devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía
su mano está extendida.
13 Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová
de los ejércitos.
14 Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo
día.
15 El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña
mentira, es la cola.
16 Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus
gobernados se pierden.
17 Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de
sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y
malignos, y toda boca habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su
furor, sino que todavía su mano está extendida.
18 Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y
se encenderá en lo espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de
humo.
19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será
el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano.
20 Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la
izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo;
21 Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con
todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
Capítulo 10
1 ¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía,
2 para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los
afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los
huérfanos!
3 ¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que
os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis vuestra
gloria?
4 Sin mí se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán. Ni
con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.
Asiria, instrumento de Dios
5 Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira.
6 Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le
enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser
hollado como lodo de las calles.
7 Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta
manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no
pocas.
8 Porque él dice: Mis príncipes, ¿no son todos reyes?
9 ¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como
Damasco?
10 Como halló mi mano los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más
que las de Jerusalén y de Samaria;
11 como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén
y a sus ídolos?
12 Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra
en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del
corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos.
13 Porque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi
sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos,
y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados;
14 y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se
recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no
hubo quien moviese ala, ni abriese boca y graznase.
15 ¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se
ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo
levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño!
16 Por esto el Señor, Jehová de los ejércitos, enviará debilidad sobre
sus robustos, y debajo de su gloria encenderá una hoguera como ardor de
fuego.
17 Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase
y consuma en un día sus cardos y sus espinos.
18 La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá totalmente,
alma y cuerpo, y vendrá a ser como abanderado en derrota.
19 Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño
los pueda contar.
20 Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y
los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que
los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel.
21 El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte.
22 Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el
remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia.
23 Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya
determinada en medio de la tierra.
24 Por tanto el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío,
morador de Sion, no temas de Asiria. Con vara te herirá, y contra ti
alzará su palo, a la manera de Egipto;
25 mas de aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi enojo, para
destrucción de ellos.
26 Y levantará Jehová de los ejércitos azote contra él como la matanza
de Madián en la peña de Oreb, y alzará su vara sobre el mar como hizo por
la vía de Egipto.
27 Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y
su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.
28 Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón; en Micmas contará su ejército.
29 Pasaron el vado; se alojaron en Geba; Ramá tembló; Gabaa de Saúl
huyó.
30 Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais,
pobrecilla Anatot.
31 Madmena se alborotó; los moradores de Gebim huyen.
32 Aún vendrá día cuando reposará en Nob; alzará su mano al monte de la
hija de Sion, al collado de Jerusalén.
33 He aquí el Señor, Jehová de los ejércitos, desgajará el ramaje con
violencia, y los árboles de gran altura serán cortados, y los altos serán
humillados.
34 Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá con
estruendo.
Capítulo 11
Reinado justo del Mesías
1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus
raíces.
2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y
de temor de Jehová.
3 Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según
la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos;
4 sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por
los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con
el espíritu de sus labios matará al impío.
5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su
cintura.
6 Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se
acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un
niño los pastoreará.
7 La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como
el buey comerá paja.
8 Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién
destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora.
9 No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será
llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.
10 Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará
puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su
habitación será gloriosa.
11 Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su
mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria,
Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.
12 Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de
Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la
tierra.
13 Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán
destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín;
14 sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente,
saquearán también a los de oriente; Edom y Moab les servirán, y los hijos
de Amón los obedecerán.
15 Y secará Jehová la lengua del mar de Egipto; y levantará su mano con
el poder de su espíritu sobre el río, y lo herirá en sus siete brazos, y
hará que pasen por él con sandalias.
16 Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de
Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra
de Egipto.
Capítulo 12
Cántico de acción de gracias
1 En aquel día dirás: Cantaré a ti, oh Jehová; pues aunque te enojaste
contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado.
2 He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi
fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí.
3 Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación.
4 Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced
célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido.
5 Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido
esto por toda la tierra.
6 Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de
ti el Santo de Israel.
Capítulo 13
Profecía sobre Babilonia
1 Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz.
2 Levantad bandera sobre un alto monte; alzad la voz a ellos, alzad la
mano, para que entren por puertas de príncipes. Yo mandé a mis
consagrados, asimismo llamé a mis valientes para mi ira, a los que se
alegran con mi gloria.
4 Estruendo de multitud en los montes, como de mucho pueblo; estruendo
de ruido de reinos, de naciones reunidas; Jehová de los ejércitos pasa
revista a las tropas para la batalla.
5 Vienen de lejana tierra, de lo postrero de los cielos, Jehová y los
instrumentos de su ira, para destruir toda la tierra.
6 Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento
del Todopoderoso.
7 Por tanto, toda mano se debilitará, y desfallecerá todo corazón de
hombre,
8 y se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos;
tendrán dolores como mujer de parto; se asombrará cada cual al mirar a su
compañero; sus rostros, rostros de llamas.
9 He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de
ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores.
10 Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su
luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor.
11 Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad;
y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de
los fuertes.
12 Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir
al hombre.
13 Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su
lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor
de su ira.
14 Y como gacela perseguida, y como oveja sin pastor, cada cual mirará
hacia su pueblo, y cada uno huirá a su tierra.
15 Cualquiera que sea hallado será alanceado; y cualquiera que por
ellos sea tomado, caerá a espada.
16 Sus niños serán estrellados delante de ellos; sus casas serán
saqueadas, y violadas sus mujeres.
17 He aquí que yo despierto contra ellos a los medos, que no se
ocuparán de la plata, ni codiciarán oro.
18 Con arco tirarán a los niños, y no tendrán misericordia del fruto
del vientre, ni su ojo perdonará a los hijos.
19 Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los
caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios.
20 Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en
generación; ni levantará allí tienda el árabe, ni pastores tendrán allí
majada;
21 sino que dormirán allí las fieras del desierto, y sus casas se
llenarán de hurones;allí habitarán avestruces, y allí saltarán las cabras
salvajes.
22 En sus palacios aullarán hienas, y chacales en sus casas de deleite;
y cercano a llegar está su tiempo, y sus días no se alargarán.
Capítulo 14
Escarnio contra el rey de Babilonia
1 Porque Jehová tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá a Israel, y
lo hará reposar en su tierra; y a ellos se unirán extranjeros, y se
juntarán a la familia de Jacob.
2 Y los tomarán los pueblos, y los traerán a su lugar; y la casa de
Israel los poseerá por siervos y criadas en la tierra de Jehová; y
cautivarán a los que los cautivaron, y señorearán sobre los que los
oprimieron.
3 Y en el día que Jehová te dé reposo de tu trabajo y de tu temor, y de
la dura servidumbre en que te hicieron servir,
4 pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás:
¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro!
5 Quebrantó Jehová el báculo de los impíos, el cetro de los señores;
6 el que hería a los pueblos con furor, con llaga permanente, el que se
enseñoreaba de las naciones con ira, y las perseguía con crueldad.
7 Toda la tierra está en reposo y en paz; se cantaron alabanzas.
8 Aun los cipreses se regocijaron a causa de ti, y los cedros del
Líbano, diciendo: Desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra
nosotros.
9 El Seol abajo se espantó de ti; despertó muertos que en tu venida
saliesen a recibirte, hizo levantar de sus sillas a todos los príncipes de
la tierra, a todos los reyes de las naciones.
10 Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como
nosotros, y llegaste a ser como nosotros?
11 Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos
serán tu cama, y gusanos te cubrirán.
12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste
por tierra, tú que debilitabas a las naciones.
13 Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a
las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me
sentaré, a los lados del norte;
14 sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.
15 Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.
16 Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo:
¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los
reinos;
17 que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a
sus presos nunca abrió la cárcel?
18 Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con honra cada
uno en su morada;
19 pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como
vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la
sepultura; como cuerpo muerto hollado.
20 No serás contado con ellos en la sepultura; porque tú destruiste tu
tierra, mataste a tu pueblo. No será nombrada para siempre la descendencia
de los malignos.
21 Preparad sus hijos para el matadero, por la maldad de sus padres; no
se levanten, ni posean la tierra, ni llenen de ciudades la faz del mundo.
22 Porque yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y
raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto, dice Jehová.
23 Y la convertiré en posesión de erizos, y en lagunas de agua; y la
barreré con escobas de destrucción, dice Jehová de los ejércitos.
Asiria será destruida
24 Jehová de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la
manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado;
25 que quebrantaré al asirio en mi tierra, y en mis montes lo hollaré;
y su yugo será apartado de ellos, y su carga será quitada de su hombro.
26 Este es el consejo que está acordado sobre toda la tierra, y esta,
la mano extendida sobre todas las naciones.
27 Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo
impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?
Profecía sobre Filistea
28 En el año que murió el rey Acazfue esta profecía:
29 No te alegres tú, Filistea toda, por haberse quebrado la vara del
que te hería; porque de la raíz de la culebra saldrá áspid, y su fruto,
serpiente voladora.
30 Y los primogénitos de los pobres serán apacentados, y los
menesterosos se acostarán confiados; mas yo haré morir de hambre tu raíz,
y destruiré lo que de ti quedare.
31 Aúlla, oh puerta; clama, oh ciudad; disuelta estás toda tú,
Filistea; porque humo vendrá del norte, no quedará uno solo en sus
asambleas.
32 ¿Y qué se responderá a los mensajeros de las naciones? Que Jehová
fundó a Sion, y que a ella se acogerán los afligidos de su pueblo.
Capítulo 15
Profecía sobre Moab
1 Profecía sobre Moab. Cierto, de noche fue destruida Ar de Moab,
puesta en silencio. Cierto, de noche fue destruida Kir de Moab, reducida a
silencio.
2 Subió a Bayit y a Dibón, lugares altos, a llorar; sobre Nebo y sobre
Medeba aullará Moab; toda cabeza de ella será rapada, y toda barba
rasurada.
3 Se ceñirán de cilicio en sus calles; en sus terrados y en sus plazas
aullarán todos, deshaciéndose en llanto.
4 Hesbón y Eleale gritarán, hasta Jahaza se oirá su voz; por lo que
aullarán los guerreros de Moab, se lamentará el alma de cada uno dentro de
él.
5 Mi corazón dará gritos por Moab; sus fugitivos huirán hasta Zoar,
como novilla de tres años. Por la cuesta de Luhit subirán llorando, y
levantarán grito de quebrantamiento por el camino de Horonaim.
6 Las aguas de Nimrim serán consumidas, y se secará la hierba, se
marchitarán los retoños, todo verdor perecerá.
7 Por tanto, las riquezas que habrán adquirido, y las que habrán
reservado, las llevarán al torrente de los sauces.
8 Porque el llanto rodeó los límites de Moab; hasta Eglaim llegó su
alarido, y hasta Beer-elim su clamor.
9 Y las aguas de Dimón se llenarán de sangre; porque yo traeré sobre
Dimón males mayores, leones a los que escaparen de Moab, y a los
sobrevivientes de la tierra.
Capítulo 16
1 Enviad cordero al señor de la tierra, desde Sela del desierto al
monte de la hija de Sion.
2 Y cual ave espantada que huye de su nido, así serán las hijas de Moab
en los vados de Arnón.
3 Reúne consejo, haz juicio; pon tu sombra en medio del día como la
noche; esconde a los desterrados, no entregues a los que andan errantes.
4 Moren contigo mis desterrados, oh Moab; sé para ellos escondedero de
la presencia del devastador; porque el atormentador fenecerá, el
devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra.
5 Y se dispondrá el trono en misericordia; y sobre él se sentará
firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y
apresure la justicia.
6 Hemos oído la soberbia de Moab; muy grandes son su soberbia, su
arrogancia y su altivez; pero sus mentiras no serán firmes.
7 Por tanto, aullará Moab, todo él aullará; gemiréis en gran manera
abatidos, por las tortas de uvas de Kir-hareset.
8 Porque los campos de Hesbón fueron talados, y las vides de Sibma;
señores de naciones pisotearon sus generosos sarmientos; habían llegado
hasta Jazer, y se habían extendido por el desierto; se extendieron sus
plantas, pasaron el mar.
9 Por lo cual lamentaré con lloro de Jazer por la viña de Sibma; te
regaré con mis lágrimas, oh Hesbón y Eleale; porque sobre tus cosechas y
sobre tu siega caerá el grito de guerra.
10 Quitado es el gozo y la alegría del campo fértil; en las viñas no
cantarán, ni se regocijarán; no pisará vino en los lagares el pisador; he
hecho cesar el grito del lagarero.
11 Por tanto, mis entrañas vibrarán como arpa por Moab, y mi corazón
por Kir-hareset.
12 Y cuando apareciere Moab cansado sobre los lugares altos, cuando
venga a su santuario a orar, no le valdrá.
13 Esta es la palabra que pronunció Jehová sobre Moab desde aquel
tiempo;
14 pero ahora Jehová ha hablado, diciendo: Dentro de tres años, como
los años de un jornalero, será abatida la gloria de Moab, con toda su gran
multitud; y los sobrevivientes serán pocos, pequeños y débiles.
Capítulo 17
Profecía sobre Damasco
1 Profecía sobre Damasco. He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y
será montón de ruinas.
2 Las ciudades de Aroer están desamparadas, en majadas se convertirán;
dormirán allí, y no habrá quien los espante.
3 Y cesará el socorro de Efraín, y el reino de Damasco; y lo que quede
de Siria será como la gloria de los hijos de Israel, dice Jehová de los
ejércitos.
Juicio sobre Israel
4 En aquel tiempo la gloria de Jacob se atenuará, y se enflaquecerá la
grosura de su carne.
5 Y será como cuando el segador recoge la mies, y con su brazo siega
las espigas; será también como el que recoge espigas en el valle de
Refaim.
6 Y quedarán en él rebuscos, como cuando sacuden el olivo; dos o tres
frutos en la punta de la rama, cuatro o cinco en sus ramas más
fructíferas, dice Jehová Dios de Israel.
7 En aquel día mirará el hombre a su Hacedor, y sus ojos contemplarán
al Santo de Israel.
8 Y no mirará a los altares que hicieron sus manos, ni mirará a lo que
hicieron sus dedos, ni a los símbolos de Asera, ni a las imágenes del sol.
9 En aquel día sus ciudades fortificadas serán como los frutos que
quedan en los renuevos y en las ramas, los cuales fueron dejados a causa
de los hijos de Israel; y habrá desolación.
10 Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de
la roca de tu refugio; por tanto, sembrarás plantas hermosas, y plantarás
sarmiento extraño.
11 El día que las plantes, las harás crecer, y harás que su simiente
brote de mañana; pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia,
y del dolor desesperado.
12 ¡Ay! multitud de muchos pueblos que harán ruido como estruendo del
mar, y murmullo de naciones que harán alboroto como bramido de muchas
aguas.
13 Los pueblos harán estrépito como de ruido de muchas aguas; pero Dios
los reprenderá, y huirán lejos; serán ahuyentados como el tamo de los
montes delante del viento, y como el polvo delante del torbellino.
14 Al tiempo de la tarde, he aquí la turbación, pero antes de la mañana
el enemigo ya no existe. Esta es la parte de los que nos aplastan, y la
suerte de los que nos saquean.
Capítulo 18
Profecía sobre Etiopía
1 ¡Ay de la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los ríos
de Etiopía;
2 que envía mensajeros por el mar, y en naves de junco sobre las aguas!
Andad, mensajeros veloces, a la nación de elevada estatura y tez
brillante, al pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y
conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos.
3 Vosotros, todos los moradores del mundo y habitantes de la tierra,
cuando se levante bandera en los montes, mirad; y cuando se toque
trompeta, escuchad.
4 Porque Jehová me dijo así: Me estaré quieto, y los miraré desde mi
morada, como sol claro después de la lluvia, como nube de rocío en el
calor de la siega.
5 Porque antes de la siega, cuando el fruto sea perfecto, y pasada la
flor se maduren los frutos, entonces podará con podaderas las ramitas, y
cortará y quitará las ramas.
6 Y serán dejados todos para las aves de los montes y para las bestias
de la tierra; sobre ellos tendrán el verano las aves, e invernarán todas
las bestias de la tierra.
7 En aquel tiempo será traída ofrenda a Jehová de los ejércitos, del
pueblo de elevada estatura y tez brillante, del pueblo temible desde su
principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada
por ríos, al lugar del nombre de Jehová de los ejércitos, al monte de
Sion.
Capítulo 19
Profecía sobre Egipto
1 Profecía sobre Egipto. He aquí que Jehová monta sobre una ligera
nube, y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él,
y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos.
2 Levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su
hermano, cada uno contra su prójimo; ciudad contra ciudad, y reino contra
reino.
3 Y el espíritu de Egipto se desvanecerá en medio de él, y destruiré su
consejo; y preguntarán a sus imágenes, a sus hechiceros, a sus evocadores
y a sus adivinos.
4 Y entregaré a Egipto en manos de señor duro, y rey violento se
enseñoreará de ellos, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.
5 Y las aguas del mar faltarán, y el río se agotará y secará.
6 Y se alejarán los ríos, se agotarán y secarán las corrientes de los
fosos; la caña y el carrizo serán cortados.
7 La pradera de junto al río, de junto a la ribera del río, y toda
sementera del río, se secarán, se perderán, y no serán más.
8 Los pescadores también se entristecerán; harán duelo todos los que
echan anzuelo en el río, y desfallecerán los que extienden red sobre las
aguas.
9 Los que labran lino fino y los que tejen redes serán confundidos,
10 porque todas sus redes serán rotas; y se entristecerán todos los que
hacen viveros para peces.
11 Ciertamente son necios los príncipes de Zoán; el consejo de los
prudentes consejeros de Faraón se ha desvanecido. ¿Cómo diréis a Faraón:
Yo soy hijo de los sabios, e hijo de los reyes antiguos?
12 ¿Dónde están ahora aquellos tus sabios? Que te digan ahora, o te
hagan saber qué es lo que Jehová de los ejércitos ha determinado sobre
Egipto.
13 Se han desvanecido los príncipes de Zoán, se han engañado los
príncipes de Menfis; engañaron a Egipto los que son la piedra angular de
sus familias.
14 Jehová mezcló espíritu de vértigo en medio de él; e hicieron errar a
Egipto en toda su obra, como tambalea el ebrio en su vómito.
15 Y no aprovechará a Egipto cosa que haga la cabeza o la cola, la rama
o el junco.
16 En aquel día los egipcios serán como mujeres; porque se asombrarán y
temerán en la presencia de la mano alta de Jehová de los ejércitos, que él
levantará contra ellos.
17 Y la tierra de Judá será de espanto a Egipto; todo hombre que de
ella se acordare temerá por causa del consejo que Jehová de los ejércitos
acordó sobre aquél.
18 En aquel tiempo habrá cinco ciudades en la tierra de Egipto que
hablen la lengua de Canaán, y que juren por Jehová de los ejércitos; una
será llamada la ciudad de Herez.
19 En aquel tiempo habrá altar para Jehová en medio de la tierra de
Egipto, y monumento a Jehová junto a su frontera.
20 Y será por señal y por testimonio a Jehová de los ejércitos en la
tierra de Egipto; porque clamarán a Jehová a causa de sus opresores, y él
les enviará salvador y príncipe que los libre.
21 Y Jehová será conocido de Egipto, y los de Egipto conocerán a Jehová
en aquel día, y harán sacrificio y oblación; y harán votos a Jehová, y los
cumplirán.
22 Y herirá Jehová a Egipto; herirá y sanará, y se convertirán a
Jehová, y les será clemente y los sanará.
23 En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Asiria, y asirios
entrarán en Egipto, y egipcios en Asiria; y los egipcios servirán con los
asirios a Jehová.
24 En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y con Asiria para
bendición en medio de la tierra;
25 porque Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el
pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad.
Capítulo 20
Predicción de la conquista de Egipto y de Etiopía por Asiria
1 En el año que vino el Tartán a Asdod, cuando lo envió Sargón rey de
Asiria, y peleó contra Asdod y la tomó;
2 en aquel tiempo habló Jehová por medio de Isaías hijo de Amoz,
diciendo: Ve y quita el cilicio de tus lomos, y descalza las sandalias de
tus pies. Y lo hizo así, andando desnudo y descalzo.
3 Y dijo Jehová: De la manera que anduvo mi siervo Isaías desnudo y
descalzo tres años, por señal y pronóstico sobre Egipto y sobre Etiopía,
4 así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y los
deportados de Etiopía, a jóvenes y a ancianos, desnudos y descalzos, y
descubiertas las nalgas para vergüenza de Egipto.
5 Y se turbarán y avergonzarán de Etiopía su esperanza, y de Egipto su
gloria.
6 Y dirá en aquel día el morador de esta costa: Mirad qué tal fue
nuestra esperanza, a donde nos acogimos por socorro para ser libres de la
presencia del rey de Asiria; ¿y cómo escaparemos nosotros?
Capítulo 21
Profecía sobre el desierto del mar
1 Profecía sobre el desierto del mar. Como torbellino del Neguev, así
viene del desierto, de la tierra horrenda.
2 Visión dura me ha sido mostrada. El prevaricador prevarica, y el
destructor destruye. Sube, oh Elam; sitia, oh Media. Todo su gemido hice
cesar.
3 Por tanto, mis lomos se han llenado de dolor; angustias se apoderaron
de mí, como angustias de mujer de parto; me agobié oyendo, y al ver me he
espantado.
4 Se pasmó mi corazón, el horror me ha intimidado; la noche de mi deseo
se me volvió en espanto.
5 Ponen la mesa, extienden tapices; comen, beben. ¡Levantaos, oh
príncipes, ungid el escudo!
6 Porque el Señor me dijo así: Ve, pon centinela que haga saber lo que
vea.
7 Y vio hombres montados, jinetes de dos en dos, montados sobre asnos,
montados sobre camellos; y miró más atentamente,
8 y gritó como un león: Señor, sobre la atalaya estoy yo continuamente
de día, y las noches enteras sobre mi guarda;
9 y he aquí vienen hombres montados, jinetes de dos en dos. Después
habló y dijo: Cayó, cayó Babilonia; y todos los ídolos de sus dioses
quebrantó en tierra.
10 Oh pueblo mío, trillado y aventado, os he dicho lo que oí de Jehová
de los ejércitos, Dios de Israel.
Profecía sobre Duma
11 Profecía sobre Duma. Me dan voces de Seir: Guarda, ¿qué de la noche?
Guarda, ¿qué de la noche?
12 El guarda respondió: La mañana viene, y después la noche; preguntad
si queréis, preguntad; volved, venid.
Profecía sobre Arabia
13 Profecía sobre Arabia. En el bosque pasaréis la noche en Arabia, oh
caminantes de Dedán.
14 Salid a encontrar al sediento; llevadle agua, moradores de tierra de
Tema, socorred con pan al que huye.
15 Porque ante la espada huye, ante la espada desnuda, ante el arco
entesado, ante el peso de la batalla.
16 Porque así me ha dicho Jehová: De aquí a un año, semejante a años de
jornalero, toda la gloria de Cedar será deshecha;
17 y los sobrevivientes del número de los valientes flecheros, hijos de
Cedar, serán reducidos; porque Jehová Dios de Israel lo ha dicho.
Capítulo 22
Profecía sobre el valle de la visión
1 Profecía sobre el valle de la visión. ¿Qué tienes ahora, que con
todos los tuyos has subido sobre los terrados?
2 Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos
no son muertos a espada, ni muertos en guerra.
3 Todos tus príncipes juntos huyeron del arco, fueron atados; todos los
que en ti se hallaron, fueron atados juntamente, aunque habían huido
lejos.
4 Por esto dije: Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por
consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo.
5 Porque día es de alboroto, de angustia y de confusión, de parte del
Señor, Jehová de los ejércitos, en el valle de la visión, para derribar el
muro, y clamar al monte.
6 Y Elam tomó aljaba, con carros y con jinetes, y Kir sacó el escudo.
7 Tus hermosos valles fueron llenos de carros, y los de a caballo
acamparon a la puerta.
8 Y desnudó la cubierta de Judá; y miraste en aquel día hacia la casa
de armas del bosque.
9 Visteis las brechas de la ciudad de David, que se multiplicaron; y
recogisteis las aguas del estanque de abajo.
10 Y contasteis las casas de Jerusalén, y derribasteis casas para
fortificar el muro.
11 Hicisteis foso entre los dos muros para las aguas del estanque
viejo; y no tuvisteis respeto al que lo hizo, ni mirasteis de lejos al que
lo labró.
12 Por tanto, el Señor, Jehová de los ejércitos, llamó en este día a
llanto y a endechas, a raparse el cabello y a vestir cilicio;
13 y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas,
comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana
moriremos.
14 Esto fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos:
Que este pecado no os será perdonado hasta que muráis, dice el Señor,
Jehová de los ejércitos.
Sebna será sustituido por Eliaquim
15 Jehová de los ejércitos dice así: Ve, entra a este tesorero, a Sebna
el mayordomo, y dile:
16 ¿Qué tienes tú aquí, o a quién tienes aquí, que labraste aquí
sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura, o el que
esculpe para sí morada en una peña?
17 He aquí que Jehová te transportará en duro cautiverio, y de cierto
te cubrirá el rostro.
18 Te echará a rodar con ímpetu, como a bola por tierra extensa; allá
morirás, y allá estarán los carros de tu gloria, oh vergüenza de la casa
de tu señor.
19 Y te arrojaré de tu lugar, y de tu puesto te empujaré.
20 En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim hijo de Hilcías,
21 y lo vestiré de tus vestiduras, y lo ceñiré de tu talabarte, y
entregaré en sus manos tu potestad; y será padre al morador de Jerusalén,
y a la casa de Judá.
22 Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y
nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.
23 Y lo hincaré como clavo en lugar firme; y será por asiento de honra
a la casa de su padre.
24 Colgarán de él toda la honra de la casa de su padre, los hijos y los
nietos, todos los vasos menores, desde las tazas hasta toda clase de
jarros.
25 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, el clavo hincado en
lugar firme será quitado; será quebrado y caerá, y la carga que sobre él
se puso se echará a perder; porque Jehová habló.
Capítulo 23
Profecía sobre Tiro
1 Profecía sobre Tiro. Aullad, naves de Tarsis, porque destruida es
Tiro hasta no quedar casa, ni a donde entrar; desde la tierra de Quitim
les es revelado.
2 Callad, moradores de la costa, mercaderes de Sidón, que pasando el
mar te abastecían.
3 Su provisión procedía de las sementeras que crecen con las muchas
aguas del Nilo, de la mies del río. Fue también emporio de las naciones.
4 Avergüénzate, Sidón, porque el mar, la fortaleza del mar habló,
diciendo: Nunca estuve de parto, ni di a luz, ni crié jóvenes, ni levanté
vírgenes.
5 Cuando llegue la noticia a Egipto, tendrán dolor de las nuevas de
Tiro.
6 Pasaos a Tarsis; aullad, moradores de la costa.
7 ¿No era ésta vuestra ciudad alegre, con muchos días de antigüedad?
Sus pies la llevarán a morar lejos.
8 ¿Quién decretó esto sobre Tiro, la que repartía coronas, cuyos
negociantes eran príncipes, cuyos mercaderes eran los nobles de la tierra?
9 Jehová de los ejércitos lo decretó, para envilecer la soberbia de
toda gloria, y para abatir a todos los ilustres de la tierra.
10 Pasa cual río de tu tierra, oh hija de Tarsis, porque no tendrás ya
más poder.
11 Extendió su mano sobre el mar, hizo temblar los reinos; Jehová mandó
respecto a Canaán, que sus fortalezas sean destruidas.
12 Y dijo: No te alegrarás más, oh oprimida virgen hija de Sidón.
Levántate para pasar a Quitim, y aun allí no tendrás reposo.
13 Mira la tierra de los caldeos. Este pueblo no existía; Asiria la
fundó para los moradores del desierto. Levantaron sus fortalezas,
edificaron sus palacios; él la convirtió en ruinas.
14 Aullad, naves de Tarsis, porque destruida es vuestra fortaleza.
15 Acontecerá en aquel día, que Tiro será puesta en olvido por setenta
años, como días de un rey. Después de los setenta años, cantará Tiro
canción como de ramera.
16 Toma arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada; haz buena melodía,
reitera la canción, para que seas recordada.
17 Y acontecerá que al fin de los setenta años visitará Jehová a Tiro;
y volverá a comerciar, y otra vez fornicará con todos los reinos del mundo
sobre la faz de la tierra.
18 Pero sus negocios y ganancias serán consagrados a Jehová; no se
guardarán ni se atesorarán, porque sus ganancias serán para los que
estuvieren delante de Jehová, para que coman hasta saciarse, y vistan
espléndidamente.
Capítulo 24
El juicio de Jehová sobre la tierra
1 He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz,
y hace esparcir a sus moradores.
2 Y sucederá así como al pueblo, también al sacerdote; como al siervo,
así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que
vende; como al que presta, al que toma prestado; como al que da a logro,
así al que lo recibe.
3 La tierra será enteramente vaciada, y completamente saqueada; porque
Jehová ha pronunciado esta palabra.
4 Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los
altos pueblos de la tierra.
5 Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las
leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno.
6 Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores
fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la
tierra, y disminuyeron los hombres.
7 Se perdió el vino, enfermó la vid, gimieron todos los que eran
alegres de corazón.
8 Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se
alegran, cesó la alegría del arpa.
9 No beberán vino con cantar; la sidra les será amarga a los que la
bebieren.
10 Quebrantada está la ciudad por la vanidad; toda casa se ha cerrado,
para que no entre nadie.
11 Hay clamores por falta de vino en las calles; todo gozo se
oscureció, se desterró la alegría de la tierra.
12 La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta.
13 Porque así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como
olivo sacudido, como rebuscos después de la vendimia.
14 Estos alzarán su voz, cantarán gozosos por la grandeza de Jehová;
desde el mar darán voces.
15 Glorificad por esto a Jehová en los valles; en las orillas del mar
sea nombrado Jehová Dios de Israel.
16 De lo postrero de la tierra oímos cánticos: Gloria al justo. Y yo
dije: ¡Mi desdicha, mi desdicha, ay de mí! Prevaricadores han prevaricado;
y han prevaricado con prevaricación de desleales.
17 Terror, foso y red sobre ti, oh morador de la tierra.
18 Y acontecerá que el que huyere de la voz del terror caerá en el
foso; y el que saliere de en medio del foso será preso en la red; porque
de lo alto se abrirán ventanas, y temblarán los cimientos de la tierra.
19 Será quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la
tierra, en gran manera será la tierra conmovida.
20 Temblará la tierra como un ebrio, y será removida como una choza; y
se agravará sobre ella su pecado, y caerá, y nunca más se levantará.
21 Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los
cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra.
22 Y serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorra,
y en prisión quedarán encerrados, y serán castigados después de muchos
días.
23 La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los
ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus
ancianos sea glorioso.
Capítulo 25
Cántico de alabanza por el favor de Jehová
1 Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has
hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza.
2 Porque convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en
ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, ni nunca jamás
sea reedificado.
3 Por esto te dará gloria el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de
gentes robustas.
4 Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su
aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el
ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro.
5 Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los
extraños; y como calor debajo de nube harás marchitar el renuevo de los
robustos.
6 Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos
banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos
tuétanos y de vinos purificados.
7 Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos
los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones.
8 Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda
lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la
tierra; porque Jehová lo ha dicho.
9 Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos
esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos
gozaremos y nos alegraremos en su salvación.
10 Porque la mano de Jehová reposará en este monte; pero Moab será
hollado en su mismo sitio, como es hollada la paja en el muladar.
11 Y extenderá su mano por en medio de él, como la extiende el nadador
para nadar; y abatirá su soberbia y la destreza de sus manos;
12 Y abatirá la fortaleza de tus altos muros; la humillará y la echará
a tierra, hasta el polvo.
Capítulo 26
Cántico de confianza en la protección de Jehová
1 En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad
tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro.
2 Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades.
3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti
persevera; porque en ti ha confiado.
4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la
fortaleza de los siglos.
5 Porque derribó a los que moraban en lugar sublime; humilló a la
ciudad exaltada, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo.
6 La hollará pie, los pies del afligido, los pasos de los menesterosos.
7 El camino del justo es rectitud; tú, que eres recto, pesas el camino
del justo.
8 También en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu
nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma.
9 Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el
espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios
tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.
10 Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de
rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová.
11 Jehová, tu mano está alzada, pero ellos no ven; verán al fin, y se
avergonzarán los que envidian a tu pueblo; y a tus enemigos fuego los
consumirá.
12 Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas
nuestras obras.
13 Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de
nosotros; pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre.
14 Muertos son, no vivirán; han fallecido, no resucitarán; porque los
castigaste, y destruiste y deshiciste todo su recuerdo.
15 Aumentaste el pueblo, oh Jehová, aumentaste el pueblo; te hiciste
glorioso; ensanchaste todos los confines de la tierra.
16 Jehová, en la tribulación te buscaron; derramaron oración cuando los
castigaste.
17 Como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da
gritos en sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh Jehová.
18 Concebimos, tuvimos dolores de parto, dimos a luz viento; ninguna
liberación hicimos en la tierra, ni cayeron los moradores del mundo.
19 Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad,
moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la
tierra dará sus muertos.
20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus
puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la
indignación.
21 Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador
de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre
derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.
Capítulo 27
Liberación y regreso de Israel
1 En aquel día Jehová castigará con su espada dura, grande y fuerte al
leviatán serpiente veloz, y al leviatán serpiente tortuosa; y matará al
dragón que está en el mar.
2 En aquel día cantad acerca de la viña del vino rojo.
3 Yo Jehová la guardo, cada momento la regaré; la guardaré de noche y
de día, para que nadie la dañe.
4 No hay enojo en mí. ¿Quién pondrá contra mí en batalla espinos y
cardos? Yo los hollaré, los quemaré a una.
5 ¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz
conmigo.
6 Días vendrán cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará renuevos
Israel, y la faz del mundo llenará de fruto.
7 ¿Acaso ha sido herido como quien lo hirió, o ha sido muerto como los
que lo mataron?
8 Con medida lo castigarás en sus vástagos. El los remueve con su recio
viento en el día del aire solano.
9 De esta manera, pues, será perdonada la iniquidad de Jacob, y este
será todo el fruto, la remoción de su pecado; cuando haga todas las
piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas, y no se levanten los
símbolos de Asera ni las imágenes del sol.
10 Porque la ciudad fortificada será desolada, la ciudad habitada será
abandonada y dejada como un desierto; allí pastará el becerro, allí tendrá
su majada, y acabará sus ramas.
11 Cuando sus ramas se sequen, serán quebradas; mujeres vendrán a
encenderlas; porque aquel no es pueblo de entendimiento; por tanto, su
Hacedor no tendrá de él misericordia, ni se compadecerá de él el que lo
formó.
12 Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Eufrates
hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos
uno a uno.
13 Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y
vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que
habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo,
en Jerusalén.
Capítulo 28
Condenación de Efraín
1 ¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor
caduca de la hermosura de su gloria, que está sobre la cabeza del valle
fértil de los aturdidos del vino!
2 He aquí, Jehová tiene uno que es fuerte y poderoso; como turbión de
granizo y como torbellino trastornador, como ímpetu de recias aguas que
inundan, con fuerza derriba a tierra.
3 Con los pies será pisoteada la corona de soberbia de los ebrios de
Efraín.
4 Y será la flor caduca de la hermosura de su gloria que está sobre la
cabeza del valle fértil, como la fruta temprana, la primera del verano, la
cual, apenas la ve el que la mira, se la traga tan luego como la tiene a
mano.
5 En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y
diadema de hermosura al remanente de su pueblo;
6 y por espíritu de juicio al que se sienta en juicio, y por fuerzas a
los que rechacen la batalla en la puerta.
7 Pero también éstos erraron con el vino, y con sidra se entontecieron;
el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el
vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el
juicio.
8 Porque toda mesa está llena de vómito y suciedad, hasta no haber
lugar limpio.
9 ¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A
los destetados? ¿a los arrancados de los pechos?
10 Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón
tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá;
11 porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este
pueblo,
12 a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y
este es el refrigerio; mas no quisieron oir.
13 La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento,
mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito
allí, otro poquito allá; hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean
quebrantados, enlazados y presos.
Amonestación a Jerusalén
14 Por tanto, varones burladores que gobernáis a este pueblo que está
en Jerusalén, oíd la palabra de Jehová.
15 Por cuanto habéis dicho: Pacto tenemos hecho con la muerte, e
hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará
a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la
falsedad nos esconderemos;
16 por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en
Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de
cimiento estable; el que creyere, no se apresure.
17 Y ajustaré el juicio a cordel, y a nivel la justicia; y granizo
barrerá el refugio de la mentira, y aguas arrollarán el escondrijo.
18 Y será anulado vuestro pacto con la muerte, y vuestro convenio con
el Seol no será firme; cuando pase el turbión del azote, seréis de él
pisoteados.
19 Luego que comience a pasar, él os arrebatará; porque de mañana en
mañana pasará, de día y de noche; y será ciertamente espanto el entender
lo oído.
20 La cama será corta para poder estirarse, y la manta estrecha para
poder envolverse.
21 Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim, como en el
valle de Gabaón se enojará; para hacer su obra, su extraña obra, y para
hacer su operación, su extraña operación.
22 Ahora, pues, no os burléis, para que no se aprieten más vuestras
ataduras; porque destrucción ya determinada sobre toda la tierra he oído
del Señor, Jehová de los ejércitos.
23 Estad atentos, y oíd mi voz; atended, y oíd mi dicho.
24 El que ara para sembrar, ¿arará todo el día? ¿Romperá y quebrará los
terrones de la tierra?
25 Cuando ha igualado su superficie, ¿no derrama el eneldo, siembra el
comino, pone el trigo en hileras, y la cebada en el lugar señalado, y la
avena en su borde apropiado?
26 Porque su Dios le instruye, y le enseña lo recto;
27 que el eneldo no se trilla con trillo, ni sobre el comino se pasa
rueda de carreta; sino que con un palo se sacude el eneldo, y el comino
con una vara.
28 El grano se trilla; pero no lo trillará para siempre, ni lo comprime
con la rueda de su carreta, ni lo quebranta con los dientes de su trillo.
29 También esto salió de Jehová de los ejércitos, para hacer
maravilloso el consejo y engrandecer la sabiduría.
Capítulo 29
Ariel y sus enemigos
1 ¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David! Añadid un año a
otro, las fiestas sigan su curso.
2 Mas yo pondré a Ariel en apretura, y será desconsolada y triste; y
será a mí como Ariel.
3 Porque acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con campamentos, y
levantaré contra ti baluartes.
4 Entonces serás humillada, hablarás desde la tierra, y tu habla saldrá
del polvo; y será tu voz de la tierra como la de un fantasma, y tu habla
susurrará desde el polvo.
5 Y la muchedumbre de tus enemigos será como polvo menudo, y la
multitud de los fuertes como tamo que pasa; y será repentinamente, en un
momento.
6 Por Jehová de los ejércitos serás visitada con truenos, con
terremotos y con gran ruido, con torbellino y tempestad, y llama de fuego
consumidor.
7 Y será como sueño de visión nocturna la multitud de todas las
naciones que pelean contra Ariel, y todos los que pelean contra ella y su
fortaleza, y los que la ponen en apretura.
8 Y les sucederá como el que tiene hambre y sueña, y le parece que
come, pero cuando despierta, su estómago está vacío; o como el que tiene
sed y sueña, y le parece que bebe, pero cuando despierta, se halla cansado
y sediento; así será la multitud de todas las naciones que pelearán contra
el monte de Sion.
Ceguera e hipocresía de Israel
9 Deteneos y maravillaos; ofuscaos y cegaos; embriagaos, y no de vino;
tambalead, y no de sidra.
10 Porque Jehová derramó sobre vosotros espíritu de sueño, y cerró los
ojos de vuestros profetas, y puso velo sobre las cabezas de vuestros
videntes.
11 Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si
dieren al que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto; él dirá: No puedo,
porque está sellado.
12 Y si se diere el libro al que no sabe leer, diciéndole: Lee ahora
esto; él dirá: No sé leer.
13 Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca,
y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de
mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;
14 por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este
pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de
sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos.
15 ¡Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus
obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?
16 Vuestra perversidad ciertamente será reputada como el barro del
alfarero. ¿Acaso la obra dirá de su hacedor: No me hizo? ¿Dirá la vasija
de aquel que la ha formado: No entendió?
Redención de Israel
17 ¿No se convertirá de aquí a muy poco tiempo el Líbano en campo
fructífero, y el campo fértil será estimado por bosque?
18 En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos
de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas.
19 Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová, y aun los más
pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel.
20 Porque el violento será acabado, y el escarnecedor será consumido;
serán destruidos todos los que se desvelan para hacer iniquidad,
21 los que hacen pecar al hombre en palabra; los que arman lazo al que
reprendía en la puerta, y pervierten la causa del justo con vanidad.
22 Por tanto, Jehová, que redimió a Abraham, dice así a la casa de
Jacob: No será ahora avergonzado Jacob, ni su rostro se pondrá pálido;
23 porque verá a sus hijos, obra de mis manos en medio de ellos, que
santificarán mi nombre; y santificarán al Santo de Jacob, y temerán al
Dios de Israel.
24 Y los extraviados de espíritu aprenderán inteligencia, y los
murmuradores aprenderán doctrina.
Capítulo 30
La futilidad de confiar en Egipto
1 ¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y
no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo
pecado a pecado!
2 Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi
boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en
la sombra de Egipto.
3 Pero la fuerza de Faraón se os cambiará en vergüenza, y el amparo en
la sombra de Egipto en confusión.
4 Cuando estén sus príncipes en Zoán, y sus embajadores lleguen a
Hanes,
5 todos se avergonzarán del pueblo que no les aprovecha, ni los
socorre, ni les trae provecho; antes les será para vergüenza y aun para
oprobio.
6 Profecía sobre las bestias del Neguev: Por tierra de tribulación y de
angustia, de donde salen la leona y el león, la víbora y la serpiente que
vuela, llevan sobre lomos de asnos sus riquezas, y sus tesoros sobre
jorobas de camellos, a un pueblo que no les será de provecho.
7 Ciertamente Egipto en vano e inútilmente dará ayuda; por tanto yo le
di voces, que su fortaleza sería estarse quietos.
8 Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos,
y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero,
eternamente y para siempre.
9 Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no
quisieron oír la ley de Jehová;
10 que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos
profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras;
11 dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia
al Santo de Israel.
12 Por tanto, el Santo de Israel dice así: Porque desechasteis esta
palabra, y confiasteis en violencia y en iniquidad, y en ello os habéis
apoyado;
13 por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina,
extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y
repentinamente.
14 Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que sin
misericordia lo hacen pedazos; tanto, que entre los pedazos no se halla
tiesto para traer fuego del hogar, o para sacar agua del pozo.
15 Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y
en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza.
Y no quisisteis,
16 sino que dijisteis: No, antes huiremos en caballos; por tanto,
vosotros huiréis. Sobre corceles veloces cabalgaremos; por tanto, serán
veloces vuestros perseguidores.
17 Un millar huirá a la amenaza de uno; a la amenaza de cinco huiréis
vosotros todos, hasta que quedéis como mástil en la cumbre de un monte, y
como bandera sobre una colina.
Promesa de la gracia de Dios a Israel
18 Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por
tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es
Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él.
19 Ciertamente el pueblo morará en Sion, en Jerusalén; nunca más
llorarás; el que tiene misericordia se apiadará de ti; al oír la voz de tu
clamor te responderá.
20 Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con
todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a
tus maestros.
21 Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el
camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a
la mano izquierda.
22 Entonces profanarás la cubierta de tus esculturas de plata, y la
vestidura de tus imágenes fundidas de oro; las apartarás como trapo
asqueroso; ¡Sal fuera! les dirás.
23 Entonces dará el Señor lluvia a tu sementera, cuando siembres la
tierra, y dará pan del fruto de la tierra, y será abundante y pingüe; tus
ganados en aquel tiempo serán apacentados en espaciosas dehesas.
24 Tus bueyes y tus asnos que labran la tierra comerán grano limpio,
aventado con pala y criba.
25 Y sobre todo monte alto, y sobre todo collado elevado, habrá ríos y
corrientes de aguas el día de la gran matanza, cuando caerán las torres.
26 Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete
veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare Jehová la
herida de su pueblo, y curare la llaga que él causó.
El juicio de Jehová sobre Asiria
27 He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos; su rostro encendido,
y con llamas de fuego devorador; sus labios llenos de ira, y su lengua
como fuego que consume.
28 Su aliento, cual torrente que inunda; llegará hasta el cuello, para
zarandear a las naciones con criba de destrucción; y el freno estará en
las quijadas de los pueblos, haciéndoles errar.
29 Vosotros tendréis cántico como de noche en que se celebra pascua, y
alegría de corazón, como el que va con flauta para venir al monte de
Jehová, al Fuerte de Israel.
30 Y Jehová hará oír su potente voz, y hará ver el descenso de su
brazo, con furor de rostro y llama de fuego consumidor, con torbellino,
tempestad y piedra de granizo.
31 Porque Asiria que hirió con vara, con la voz de Jehová será
quebrantada.
32 Y cada golpe de la vara justiciera que asiente Jehová sobre él, será
con panderos y con arpas; y en batalla tumultuosa peleará contra ellos.
33 Porque Tofet ya de tiempo está dispuesto y preparado para el rey,
profundo y ancho, cuya pira es de fuego, y mucha leña; el soplo de Jehová,
como torrente de azufre, lo enciende.
Capítulo 31
Los egipcios son hombres y no dioses
1 ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos;
y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque
son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!
2 Pero él también es sabio, y traerá el mal, y no retirará sus
palabras. Se levantará, pues, contra la casa de los malignos, y contra el
auxilio de los que hacen iniquidad.
3 Y los egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no
espíritu; de manera que al extender Jehová su mano, caerá el ayudador y
caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.
4 Porque Jehová me dijo a mí de esta manera: Como el león y el cachorro
de león ruge sobre la presa, y si se reúne cuadrilla de pastores contra
él, no lo espantarán sus voces, ni se acobardará por el tropel de ellos;
así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte de Sion, y
sobre su collado.
5 Como las aves que vuelan, así amparará Jehová de los ejércitos a
Jerusalén, amparando, librando, preservando y salvando.
6 Volved a aquel contra quien se rebelaron profundamente los hijos de
Israel.
7 Porque en aquel día arrojará el hombre sus ídolos de plata y sus
ídolos de oro, que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras.
8 Entonces caerá Asiria por espada no de varón, y la consumirá espada
no de hombre; y huirá de la presencia de la espada, y sus jóvenes serán
tributarios.
9 Y de miedo pasará su fortaleza, y sus príncipes, con pavor, dejarán
sus banderas, dice Jehová, cuyo fuego está en Sion, y su horno en
Jerusalén.
Capítulo 32
El Rey justo
1 He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en
juicio.
2 Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio
contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como
sombra de gran peñasco en tierra calurosa.
3 No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los
oyentes oirán atentos.
4 Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los
tartamudos hablará rápida y claramente.
5 El ruin nunca más será llamado generoso, ni el tramposo será llamado
espléndido.
6 Porque el ruin hablará ruindades, y su corazón fabricará iniquidad,
para cometer impiedad y para hablar escarnio contra Jehová, dejando vacía
el alma hambrienta, y quitando la bebida al sediento.
7 Las armas del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar
a los simples con palabras mentirosas, y para hablar en juicio contra el
pobre.
8 Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será
exaltado.
Advertencia a las mujeres de Jerusalén
9 Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad
mi razón.
10 De aquí a algo más de un año tendréis espanto, oh confiadas; porque
la vendimia faltará, y la cosecha no vendrá.
11 Temblad, oh indolentes; turbaos, oh confiadas; despojaos, desnudaos,
ceñid los lomos con cilicio.
12 Golpeándose el pecho lamentarán por los campos deleitosos, por la
vid fértil.
13 Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos, y aun sobre
todas las casas en que hay alegría en la ciudad de alegría.
14 Porque los palacios quedarán desiertos, la multitud de la ciudad
cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde
descansen asnos monteses, y ganados hagan majada;
15 hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el
desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por
bosque.
16 Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la
justicia.
17 Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia,
reposo y seguridad para siempre.
18 Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en
recreos de reposo.
19 Y cuando caiga granizo, caerá en los montes; y la ciudad será del
todo abatida.
20 Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas, y dejáis
libres al buey y al asno.
Capítulo 33
Jehová traerá salvación
1 ¡Ay de ti, que saqueas, y nunca fuiste saqueado; que haces
deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo! Cuando acabes de saquear,
serás tú saqueado; y cuando acabes de hacer deslealtad, se hará contra ti.
2 Oh Jehová, ten misericordia de nosotros, a ti hemos esperado; tú,
brazo de ellos en la mañana, sé también nuestra salvación en tiempo de la
tribulación.
3 Los pueblos huyeron a la voz del estruendo; las naciones fueron
esparcidas al levantarte tú.
4 Sus despojos serán recogidos como cuando recogen orugas; correrán
sobre ellos como de una a otra parte corren las langostas.
5 Será exaltado Jehová, el cual mora en las alturas; llenó a Sion de
juicio y de justicia.
6 Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de
salvación; el temor de Jehová será su tesoro.
7 He aquí que sus embajadores darán voces afuera; los mensajeros de paz
llorarán amargamente.
8 Las calzadas están deshechas, cesaron los caminantes; ha anulado el
pacto, aborreció las ciudades, tuvo en nada a los hombres.
9 Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se avergonzó, y fue cortado;
Sarón se ha vuelto como desierto, y Basán y el Carmelo fueron sacudidos.
10 Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré exaltado, ahora seré
engrandecido.
11 Concebisteis hojarascas, rastrojo daréis a luz; el soplo de vuestro
fuego os consumirá.
12 Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán
quemados con fuego.
13 Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que
estáis cerca, conoced mi poder.
14 Los pecadores se asombraron en Sion, espanto sobrecogió a los
hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de
nosotros habitará con las llamas eternas?
15 El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la
ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho,
el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra
sus ojos para no ver cosa mala;
16 éste habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de
refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.
17 Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán la tierra que está
lejos.
18 Tu corazón imaginará el espanto, y dirá: ¿Qué es del escriba? ¿qué
del pesador del tributo? ¿qué del que pone en lista las casas más
insignes?
19 No verás a aquel pueblo orgulloso, pueblo de lengua difícil de
entender, de lengua tartamuda que no comprendas.
20 Mira a Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a
Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán
arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota.
21 Porque ciertamente allí será Jehová para con nosotros fuerte, lugar
de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni
por él pasará gran nave.
22 Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová
es nuestro Rey; él mismo nos salvará.
23 Tus cuerdas se aflojaron; no afirmaron su mástil, ni entesaron la
vela; se repartirá entonces botín de muchos despojos; los cojos
arrebatarán el botín.
24 No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le
será perdonada la iniquidad.
Capítulo 34
La ira de Jehová contra las naciones
1 Acercaos, naciones, juntaos para oír; y vosotros, pueblos, escuchad.
Oiga la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que produce.
2 Porque Jehová está airado contra todas las naciones, e indignado
contra todo el ejército de ellas; las destruirá y las entregará al
matadero.
3 Y los muertos de ellas serán arrojados, y de sus cadáveres se
levantará hedor; y los montes se disolverán por la sangre de ellos.
4 Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los
cielos como un libro; y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la
parra, y como se cae la de la higuera.
5 Porque en los cielos se embriagará mi espada; he aquí que descenderá
sobre Edom en juicio, y sobre el pueblo de mi anatema.
6 Llena está de sangre la espada de Jehová, engrasada está de grosura,
de sangre de corderos y de machos cabríos, de grosura de riñones de
carneros; porque Jehová tiene sacrificios en Bosra, y grande matanza en
tierra de Edom.
7 Y con ellos caerán búfalos, y toros con becerros; y su tierra se
embriagará de sangre, y su polvo se engrasará de grosura.
8 Porque es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el
pleito de Sion.
9 Y sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en azufre, y su
tierra en brea ardiente.
10 No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo; de
generación en generación será asolada, nunca jamás pasará nadie por ella.
11 Se adueñarán de ella el pelícano y el erizo, la lechuza y el cuervo
morarán en ella; y se extenderá sobre ella cordel de destrucción, y
niveles de asolamiento.
12 Llamarán a sus príncipes, príncipes sin reino; y todos sus grandes
serán nada.
13 En sus alcázares crecerán espinos, y ortigas y cardos en sus
fortalezas; y serán morada de chacales, y patio para los pollos de los
avestruces.
14 Las fieras del desierto se encontrarán con las hienas, y la cabra
salvaje gritará a su compañero; la lechuza también tendrá allí morada, y
hallará para sí reposo.
15 Allí anidará el buho, pondrá sus huevos, y sacará sus pollos, y los
juntará debajo de sus alas; también se juntarán allí buitres, cada uno con
su compañera.
16 Inquirid en el libro de Jehová, y leed si faltó alguno de ellos;
ninguno faltó con su compañera; porque su boca mandó, y los reunió su
mismo Espíritu.
17 Y él les echó suertes, y su mano les repartió con cordel; para
siempre la tendrán por heredad; de generación en generación morarán allí.
Capítulo 35
Futuro glorioso de Sion
1 Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá
como la rosa.
2 Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo;
la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón.
Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro.
3 Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles.
4 Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que
vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os
salvará.
5 Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los
sordos se abrirán.
6 Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del
mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la
soledad.
7 El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos
de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y
juncos.
8 Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no
pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que
anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará.
9 No habrá allí león, ni fiera subirá por él, ni allí se hallará, para
que caminen los redimidos.
10 Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y
gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán
la tristeza y el gemido.
Capítulo 36
La invasión de Senaquerib
1 Aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que Senaquerib rey de
Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.
2 Y el rey de Asiria envió al Rabsaces con un gran ejército desde
Laquis a Jerusalén contra el rey Ezequías; y acampó junto al acueducto del
estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador.
3 Y salió a él Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna, escriba, y
Joa hijo de Asaf, canciller,
4 a los cuales dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: El gran rey,
el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas?
5 Yo digo que el consejo y poderío para la guerra, de que tú hablas, no
son más que palabras vacías. Ahora bien, ¿en quién confías para que te
rebeles contra mí?
6 He aquí que confías en este báculo de caña frágil, en Egipto, en el
cual si alguien se apoyare, se le entrará por la mano, y la atravesará.
Tal es Faraón rey de Egipto para con todos los que en él confían.
7 Y si me decís: En Jehová nuestro Dios confiamos; ¿no es éste aquel
cuyos lugares altos y cuyos altares hizo quitar Ezequías, y dijo a Judá y
a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis?
8 Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes al rey de Asiria mi señor, y
yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes que cabalguen sobre
ellos.
9 ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de
mi señor, aunque estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a
caballo?
10 ¿Acaso vine yo ahora a esta tierra para destruirla sin Jehová?
Jehová me dijo: Sube a esta tierra y destrúyela.
11 Entonces dijeron Eliaquim, Sebna y Joa al Rabsaces: Te rogamos que
hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos; y no hables
con nosotros en lengua de Judá, porque lo oye el pueblo que está sobre el
muro.
12 Y dijo el Rabsaces: ¿Acaso me envió mi señor a que dijese estas
palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro,
expuestos a comer su estiércol y beber su orina con vosotros?
13 Entonces el Rabsaces se puso en pie y gritó a gran voz en lengua de
Judá, diciendo: Oíd las palabras del gran rey, el rey de Asiria.
14 El rey dice así: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar.
15 Ni os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente Jehová
nos librará; no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria.
16 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced
conmigo paz, y salid a mí; y coma cada uno de su viña, y cada uno de su
higuera, y beba cada cual las aguas de su pozo,
17 hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra
de grano y de vino, tierra de pan y de viñas.
18 Mirad que no os engañe Ezequías diciendo: Jehová nos librará. ¿Acaso
libraron los dioses de las naciones cada uno su tierra de la mano del rey
de Asiria?
19 ¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de
Sefarvaim? ¿Libraron a Samaria de mi mano?
20 ¿Qué dios hay entre los dioses de estas tierras que haya librado su
tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?
21 Pero ellos callaron, y no le respondieron palabra; porque el rey así
lo había mandado, diciendo: No le respondáis.
22 Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa
hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le
contaron las palabras del Rabsaces.
Capítulo 37
Judá es librado de Senaquerib
1 Aconteció, pues, que cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus
vestidos, y cubierto de cilicio vino a la casa de Jehová.
2 Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los
sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz.
3 Los cuales le dijeron: Así ha dicho Ezequías: Día de angustia, de
reprensión y de blasfemia es este día; porque los hijos han llegado hasta
el punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas.
4 Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras del Rabsaces, al cual el rey
de Asiria su señor envió para blasfemar al Dios vivo, y para vituperar con
las palabras que oyó Jehová tu Dios; eleva, pues, oración tú por el
remanente que aún ha quedado.
5 Vinieron, pues, los siervos de Ezequías a Isaías.
6 Y les dijo Isaías: Diréis así a vuestro señor: Así ha dicho Jehová:
No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado
los siervos del rey de Asiria.
7 He aquí que yo pondré en él un espíritu, y oirá un rumor, y volverá a
su tierra; y haré que en su tierra perezca a espada.
8 Vuelto, pues, el Rabsaces, halló al rey de Asiria que combatía contra
Libna; porque ya había oído que se había apartado de Laquis.
9 Mas oyendo decir de Tirhaca rey de Etiopía: He aquí que ha salido
para hacerte guerra; al oírlo, envió embajadores a Ezequías, diciendo:
10 Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú
confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.
11 He aquí que tú oíste lo que han hecho los reyes de Asiria a todas
las tierras, que las destruyeron; ¿y escaparás tú?
12 ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que destruyeron mis
antepasados, a Gozán, Harán, Resef y a los hijos de Edén que moraban en
Telasar?
13 ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad
de Sefarvaim, de Hena y de Iva?
14 Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores, y las leyó; y
subió a la casa de Jehová, y las extendió delante de Jehová.
15 Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo:
16 Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los
querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste
los cielos y la tierra.
17 Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y
mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar
al Dios viviente.
18 Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria destruyeron todas las
tierras y sus comarcas,
19 y entregaron los dioses de ellos al fuego; porque no eran dioses,
sino obra de manos de hombre, madera y piedra; por eso los destruyeron.
20 Ahora pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos
los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová.
21 Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho
Jehová Dios de Israel: Acerca de lo que me rogaste sobre Senaquerib rey de
Asiria,
22 estas son las palabras que Jehová habló contra él: La virgen hija de
Sion te menosprecia, te escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija de
Jerusalén.
23 ¿A quién vituperaste, y a quién blasfemaste? ¿Contra quién has
alzado tu voz, y levantado tus ojos en alto? Contra el Santo de Israel.
24 Por mano de tus siervos has vituperado al Señor, y dijiste: Con la
multitud de mis carros subiré a las alturas de los montes, a las laderas
del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses escogidos; llegaré
hasta sus más elevadas cumbres, al bosque de sus feraces campos.
25 Yo cavé, y bebí las aguas, y con las pisadas de mis pies secaré
todos los ríos de Egipto.
26 ¿No has oído decir que desde tiempos antiguos yo lo hice, que desde
los días de la antigüedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, y tú
serás para reducir las ciudades fortificadas a montones de escombros.
27 Sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confusos,
fueron como hierba del campo y hortaliza verde, como heno de los terrados,
que antes de sazón se seca.
28 He conocido tu condición, tu salida y tu entrada, y tu furor contra
mí.
29 Porque contra mí te airaste, y tu arrogancia ha subido a mis oídos;
pondré, pues, mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré
volver por el camino por donde viniste.
30 Y esto te será por señal: Comeréis este año lo que nace de suyo, y
el año segundo lo que nace de suyo; y el año tercero sembraréis y
segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis su fruto.
31 Y lo que hubiere quedado de la casa de Judá y lo que hubiere
escapado, volverá a echar raíz abajo, y dará fruto arriba.
32 Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte de Sion los que
se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
33 Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en
esta ciudad, ni arrojará saeta en ella; no vendrá delante de ella con
escudo, ni levantará contra ella baluarte.
34 Por el camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice
Jehová.
35 Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí
mismo, y por amor de David mi siervo.
36 Y salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el
campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí
que todo era cuerpos de muertos.
37 Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, e hizo su morada en
Nínive.
38 Y aconteció que mientras adoraba en el templo de Nisroc su dios, sus
hijos Adramelec y Sarezer le mataron a espada, y huyeron a la tierra de
Ararat; y reinó en su lugar Esarhadón su hijo.
Capítulo 38
Enfermedad de Ezequías
1 En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta
Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque
morirás, y no vivirás.
2 Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a
Jehová,
3 y dijo: Oh Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado
delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha
sido agradable delante de tus ojos. Y lloró Ezequías con gran lloro.
4 Entonces vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo:
5 Ve y di a Ezequías: Jehová Dios de David tu padre dice así: He oído
tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince
años.
6 Y te libraré a ti y a esta ciudad, de mano del rey de Asiria; y a
esta ciudad ampararé.
7 Y esto te será señal de parte de Jehová, que Jehová hará esto que ha
dicho:
8 He aquí yo haré volver la sombra por los grados que ha descendido con
el sol, en el reloj de Acaz, diez grados atrás. Y volvió el sol diez
grados atrás, por los cuales había ya descendido.
9 Escritura de Ezequías rey de Judá, de cuando enfermó y sanó de su
enfermedad:
10 Yo dije: A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol; privado
soy del resto de mis años.
11 Dije: No veré a JAH, a JAH en la tierra de los vivientes; ya no veré
más hombre con los moradores del mundo.
12 Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como tienda de pastor.
Como tejedor corté mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás
entre el día y la noche.
13 Contaba yo hasta la mañana. Como un león molió todos mis huesos; de
la mañana a la noche me acabarás.
14 Como la grulla y como la golondrina me quejaba; gemía como la
paloma; alzaba en alto mis ojos. Jehová, violencia padezco; fortaléceme.
15 ¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo ha hecho. Andaré
humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma.
16 Oh Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas
ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás, y harás que
viva.
17 He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó
librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas
todos mis pecados.
18 Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que
descienden al sepulcro esperarán tu verdad.
19 El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el
padre hará notoria tu verdad a los hijos.
20 Jehová me salvará; por tanto cantaremos nuestros cánticos en la casa
de Jehová todos los días de nuestra vida.
21 Y había dicho Isaías: Tomen masa de higos, y pónganla en la llaga, y
sanará.
22 Había asimismo dicho Ezequías: ¿Qué señal tendré de que subiré a la
casa de Jehová?
Capítulo 39
Ezequías recibe a los enviados de Babilonia
1 En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia,
envió cartas y presentes a Ezequías; porque supo que había estado enfermo,
y que había convalecido.
2 Y se regocijó con ellos Ezequías, y les mostró la casa de su tesoro,
plata y oro, especias, ungüentos preciosos, toda su casa de armas, y todo
lo que se hallaba en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todos sus
dominios, que Ezequías no les mostrase.
3 Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué
dicen estos hombres, y de dónde han venido a ti? Y Ezequías respondió: De
tierra muy lejana han venido a mí, de Babilonia.
4 Dijo entonces: ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo Ezequías: Todo lo
que hay en mi casa han visto, y ninguna cosa hay en mis tesoros que no les
haya mostrado.
5 Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye palabra de Jehová de los
ejércitos:
6 He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay
en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa
quedará, dice Jehová.
7 De tus hijos que saldrán de ti, y que habrás engendrado, tomarán, y
serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.
8 Y dijo Ezequías a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado es
buena. Y añadió: A lo menos, haya paz y seguridad en mis días.
Capítulo 40
Jehová consuela a Sion
1 Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios.
2 Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya
cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de
Jehová por todos sus pecados.
3 Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad
calzada en la soledad a nuestro Dios.
4 Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se
enderece, y lo áspero se allane.
5 Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la
verá; porque la boca de Jehová ha hablado.
6 Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces?
Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo.
7 La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová
sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo.
8 Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro
permanece para siempre.
9 Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente
tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades
de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!
10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará;
he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro.
11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos,
y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.
El incomparable Dios de Israel
12 ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su
palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con
balanza y con pesas los collados?
13 ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?
14 ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino
del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?
15 He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del
cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que
hace desaparecer las islas como polvo.
16 Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el
sacrificio.
17 Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación
serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es.
18 ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?
19 El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el
oro y le funde cadenas de plata.
20 El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca
un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.
21 ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el
principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?
22 El está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son
como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega
como una tienda para morar.
23 El convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la
tierra hace como cosa vana.
24 Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido
sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan
pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como
hojarasca.
25 ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo.
26 Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él
saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará;
tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.
27 ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está
escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?
28 ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual
creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio,
y su entendimiento no hay quien lo alcance.
29 El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene
ningunas.
30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán
alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se
fatigarán.
Capítulo 41
Seguridad de Dios para Israel
1 Escuchadme, costas, y esfuércense los pueblos; acérquense, y entonces
hablen; estemos juntamente a juicio.
2 ¿Quién despertó del oriente al justo, lo llamó para que le siguiese,
entregó delante de él naciones, y le hizo enseñorear de reyes; los entregó
a su espada como polvo, como hojarasca que su arco arrebata?
3 Los siguió, pasó en paz por camino por donde sus pies nunca habían
entrado.
4 ¿Quién hizo y realizó esto? ¿Quién llama las generaciones desde el
principio? Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros.
5 Las costas vieron, y tuvieron temor; los confines de la tierra se
espantaron; se congregaron, y vinieron.
6 Cada cual ayudó a su vecino, y a su hermano dijo: Esfuérzate.
7 El carpintero animó al platero, y el que alisaba con martillo al que
batía en el yunque, diciendo: Buena está la soldadura; y lo afirmó con
clavos, para que no se moviese.
8 Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí,
descendencia de Abraham mi amigo.
9 Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te
llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché.
10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu
Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la
diestra de mi justicia.
11 He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y
confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo.
12 Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás;
serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra.
13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha,
y te dice: No temas, yo te ayudo.
14 No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy
tu socorro, dice Jehová; el Santo de Israel es tu Redentor.
15 He aquí que yo te he puesto por trillo, trillo nuevo, lleno de
dientes; trillarás montes y los molerás, y collados reducirás a tamo.
16 Los aventarás, y los llevará el viento, y los esparcirá el
torbellino; pero tú te regocijarás en Jehová, te gloriarás en el Santo de
Israel.
17 Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca
está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los
desampararé.
18 En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré
en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra
seca.
19 Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en
la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente,
20 para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano
de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo creó.
Dios reta a los falsos dioses
21 Alegad por vuestra causa, dice Jehová; presentad vuestras pruebas,
dice el Rey de Jacob.
22 Traigan, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado
desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos también
su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir.
23 Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que
vosotros sois dioses; o a lo menos haced bien, o mal, para que tengamos
qué contar, y juntamente nos maravillemos.
24 He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras vanidad;
abominación es el que os escogió.
25 Del norte levanté a uno, y vendrá; del nacimiento del sol invocará
mi nombre; y pisoteará príncipes como lodo, y como pisa el barro el
alfarero.
26 ¿Quién lo anunció desde el principio, para que sepamos; o de tiempo
atrás, y diremos: Es justo? Cierto, no hay quien anuncie; sí, no hay quien
enseñe; ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras.
27 Yo soy el primero que he enseñado estas cosas a Sion, y a Jerusalén
daré un mensajero de alegres nuevas.
28 Miré, y no había ninguno; y pregunté de estas cosas, y ningún
consejero hubo; les pregunté, y no respondieron palabra.
29 He aquí, todos son vanidad, y las obras de ellos nada; viento y
vanidad son sus imágenes fundidas.
Capítulo 42
El Siervo de Jehová
1 He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma
tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a
las naciones.
2 No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles.
3 No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por
medio de la verdad traerá justicia.
4 No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra
justicia; y las costas esperarán su ley.
5 Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega;
el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que
mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan:
6 Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te
guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones,
7 para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a
los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.
8 Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi
alabanza a esculturas.
9 He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas;
antes que salgan a luz, yo os las haré notorias.
Alabanza por la liberación poderosa de Jehová
10 Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la
tierra; los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las costas y los
moradores de ellas.
11 Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita
Cedar; canten los moradores de Sela, y desde la cumbre de los montes den
voces de júbilo.
12 Den gloria a Jehová, y anuncien sus loores en las costas.
13 Jehová saldrá como gigante, y como hombre de guerra despertará celo;
gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos.
14 Desde el siglo he callado, he guardado silencio, y me he detenido;
daré voces como la que está de parto; asolaré y devoraré juntamente.
15 Convertiré en soledad montes y collados, haré secar toda su hierba;
los ríos tornaré en islas, y secaré los estanques.
16 Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por
sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en
luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los
desampararé.
17 Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en
ídolos, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros
dioses.
Israel no aprende de la disciplina
18 Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver.
19 ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero
que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de
Jehová,
20 que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye?
21 Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y
engrandecerla.
22 Mas este es pueblo saqueado y pisoteado, todos ellos atrapados en
cavernas y escondidos en cárceles; son puestos para despojo, y no hay
quien libre; despojados, y no hay quien diga: Restituid.
23 ¿Quién de vosotros oirá esto? ¿Quién atenderá y escuchará respecto
al porvenir?
24 ¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No
fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni
oyeron su ley.
25 Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerza de guerra;
le puso fuego por todas partes, pero no entendió; y le consumió, mas no
hizo caso.
Capítulo 43
Jehová es el único Redentor
1 Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh
Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.
2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no
te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá
en ti.
3 Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a
Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.
4 Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te
amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.
5 No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación,
y del occidente te recogeré.
6 Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis
hijos, y mis hijas de los confines de la tierra,
7 todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los
formé y los hice.
8 Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen
oídos.
9 Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos.
¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las
cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan:
Verdad es.
10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí,
para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí
no fue formado dios, ni lo será después de mí.
11 Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.
12 Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios
ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios.
13 Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre.
Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?
14 Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros
envié a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a
los caldeos en las naves de que se gloriaban.
15 Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey.
16 Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas
impetuosas;
17 el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para
no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados.
18 No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas
antiguas.
19 He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la
conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.
20 Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del
avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que
beba mi pueblo, mi escogido.
21 Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará.
22 Y no me invocaste a mí, oh Jacob, sino que de mí te cansaste, oh
Israel.
23 No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni a mí me
honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te hice
fatigar con incienso.
24 No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me saciaste con
la grosura de tus sacrificios, sino pusiste sobre mí la carga de tus
pecados, me fatigaste con tus maldades.
25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me
acordaré de tus pecados.
26 Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para
justificarte.
27 Tu primer padre pecó, y tus enseñadores prevaricaron contra mí.
28 Por tanto, yo profané los príncipes del santuario, y puse por
anatema a Jacob y por oprobio a Israel.
Capítulo 44
Jehová es el único Dios
1 Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí.
2 Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el
cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo
escogí.
3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra
árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus
renuevos;
4 y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las
aguas.
5 Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob,
y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de
Israel.
6 Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los
ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay
Dios.
7 ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden
delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo?
Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir.
8 No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad,
y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No
hay Fuerte; no conozco ninguno.
La insensatez de la idolatría
9 Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo
más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para
su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden.
10 ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de
provecho?
11 He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices
mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se
asombrarán, y serán avergonzados a una.
12 El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con
los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene
hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya.
13 El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con
los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a
semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.
14 Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles
del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia.
15 De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para
calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios,
y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él.
16 Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne,
prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he
calentado, he visto el fuego;
17 y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él,
lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi Dios eres tú.
18 No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y
su corazón para no entender.
19 No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para
decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé
carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré
delante de un tronco de árbol?
20 De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no
libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano
derecha?
Jehová es el Redentor de Israel
21 Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres.
Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides.
22 Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados;
vuélvete a mí, porque yo te redimí.
23 Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo,
profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y
todo árbol que en él está; porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será
glorificado.
24 Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo
Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la
tierra por mí mismo;
25 que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los
agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría.
26 Yo, el que despierta la palabra de su siervo, y cumple el consejo de
sus mensajeros; que dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de
Judá: Reconstruidas serán, y sus ruinas reedificaré;
27 que dice a las profundidades: Secaos, y tus ríos haré secar;
28 que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al
decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado.
Capítulo 45
Encargo de Dios para Ciro
1 Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano
derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes;
para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán:
2 Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré
puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos;
3 y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para
que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre.
4 Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu
nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste.
5 Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te
ceñiré, aunque tú no me conociste,
6 para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone,
que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo,
7 que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la
adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.
Jehová el Creador
8 Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase
la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar
juntamente. Yo Jehová lo he creado.
9 ¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la
tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?; o tu obra: No tiene
manos?
10 ¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por
qué diste a luz?!
11 Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de
las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de
mis manos.
12 Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos,
extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé.
13 Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él
edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones,
dice Jehová de los ejércitos.
14 Así dice Jehová: El trabajo de Egipto, las mercaderías de Etiopía, y
los sabeos, hombres de elevada estatura, se pasarán a ti y serán tuyos;
irán en pos de ti, pasarán con grillos; te harán reverencia y te
suplicarán diciendo: Ciertamente en ti está Dios, y no hay otro fuera de
Dios.
15 Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que
salvas.
16 Confusos y avergonzados serán todos ellos; irán con afrenta todos
los fabricadores de imágenes.
17 Israel será salvo en Jehová con salvación eterna; no os
avergonzaréis ni os afrentaréis, por todos los siglos.
18 Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que
formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que
fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.
19 No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la
descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo
justicia, que anuncio rectitud.
Jehová y los ídolos de Babilonia
20 Reuníos, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las
naciones. No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su
ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva.
21 Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién
hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo
Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera
de mí.
22 Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo
soy Dios, y no hay más.
23 Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y
no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua.
24 Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza;
a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados.
25 En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de
Israel.
Capítulo 46
1 Se postró Bel, se abatió Nebo; sus imágenes fueron puestas sobre
bestias, sobre animales de carga; esas cosas que vosotros solíais llevar
son alzadas cual carga, sobre las bestias cansadas.
2 Fueron humillados, fueron abatidos juntamente; no pudieron escaparse
de la carga, sino que tuvieron ellos mismos que ir en cautiverio.
3 Oídme, oh casa de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel, los
que sois traídos por mí desde el vientre, los que sois llevados desde la
matriz.
4 Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo
hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré.
5 ¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para que seamos
semejantes?
6 Sacan oro de la bolsa, y pesan plata con balanzas, alquilan un
platero para hacer un dios de ello; se postran y adoran.
7 Se lo echan sobre los hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar;
allí se está, y no se mueve de su sitio. Le gritan, y tampoco responde, ni
libra de la tribulación.
8 Acordaos de esto, y tened vergüenza; volved en vosotros,
prevaricadores.
9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo
soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,
10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad
lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo
que quiero;
11 que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi
consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré.
12 Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia:
13 Haré que se acerque mi justicia; no se alejará, y mi salvación no se
detendrá. Y pondré salvación en Sion, y mi gloria en Israel.
Capítulo 47
Juicio sobre Babilonia
1 Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia. Siéntate
en la tierra, sin trono, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán
tierna y delicada.
2 Toma el molino y muele harina; descubre tus guedejas, descalza los
pies, descubre las piernas, pasa los ríos.
3 Será tu vergüenza descubierta, y tu deshonra será vista; haré
retribución, y no se librará hombre alguno.
4 Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de
Israel.
5 Siéntate, calla, y entra en tinieblas, hija de los caldeos; porque
nunca más te llamarán señora de reinos.
6 Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad, y los entregué en tu
mano; no les tuviste compasión; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo.
7 Dijiste: Para siempre seré señora; y no has pensado en esto, ni te
acordaste de tu postrimería.
8 Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada
confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay
más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad.
9 Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y
viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti, a pesar de la multitud de tus
hechizos y de tus muchos encantamientos.
10 Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu
sabiduría y tu misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y
nadie más.
11 Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre
ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas
vendrá de repente sobre ti.
12 Estate ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos,
en los cuales te fatigaste desde tu juventud; quizá podrás mejorarte,
quizá te fortalecerás.
13 Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te
defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las
estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre
ti.
14 He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus
vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse, ni lumbre a
la cual se sienten.
15 Así te serán aquellos con quienes te fatigaste, los que traficaron
contigo desde tu juventud; cada uno irá por su camino, no habrá quien te
salve.
Capítulo 48
Dios reprende la infidelidad de Israel
1 Oíd esto, casa de Jacob, que os llamáis del nombre de Israel, los que
salieron de las aguas de Judá, los que juran en el nombre de Jehová, y
hacen memoria del Dios de Israel, mas no en verdad ni en justicia;
2 porque de la santa ciudad se nombran, y en el Dios de Israel confían;
su nombre es Jehová de los ejércitos.
3 Lo que pasó, ya antes lo dije, y de mi boca salió; lo publiqué, lo
hice pronto, y fue realidad.
4 Por cuanto conozco que eres duro, y barra de hierro tu cerviz, y tu
frente de bronce,
5 te lo dije ya hace tiempo; antes que sucediera te lo advertí, para
que no dijeras: Mi ídolo lo hizo, mis imágenes de escultura y de fundición
mandaron estas cosas.
6 Lo oíste, y lo viste todo; ¿y no lo anunciaréis vosotros? Ahora,
pues, te he hecho oír cosas nuevas y ocultas que tú no sabías.
7 Ahora han sido creadas, no en días pasados, ni antes de este día las
habías oído, para que no digas: He aquí que yo lo sabía.
8 Sí, nunca lo habías oído, ni nunca lo habías conocido; ciertamente no
se abrió antes tu oído; porque sabía que siendo desleal habías de
desobedecer, por tanto te llamé rebelde desde el vientre.
9 Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía la
reprimiré para no destruirte.
10 He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno
de aflicción.
11 Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi
nombre, y mi honra no la daré a otro.
12 Oyeme, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé: Yo mismo, yo el primero,
yo también el postrero.
13 Mi mano fundó también la tierra, y mi mano derecha midió los cielos
con el palmo; al llamarlos yo, comparecieron juntamente.
14 Juntaos todos vosotros, y oíd. ¿Quién hay entre ellos que anuncie
estas cosas? Aquel a quien Jehová amó ejecutará su voluntad en Babilonia,
y su brazo estará sobre los caldeos.
15 Yo, yo hablé, y le llamé y le traje; por tanto, será prosperado su
camino.
16 Acercaos a mí, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto;
desde que eso se hizo, allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y
su Espíritu.
17 Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy
Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el
camino que debes seguir.
18 ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz
como un río, y tu justicia como las ondas del mar.
19 Fuera como la arena tu descendencia, y los renuevos de tus entrañas
como los granos de arena; nunca su nombre sería cortado, ni raído de mi
presencia.
20 Salid de Babilonia, huid de entre los caldeos; dad nuevas de esto
con voz de alegría, publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra;
decid: Redimió Jehová a Jacob su siervo.
21 No tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos; les hizo brotar
agua de la piedra; abrió la peña, y corrieron las aguas.
22 No hay paz para los malos, dijo Jehová.
Capítulo 49
Israel, siervo de Jehová
1 Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el
vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria.
2 Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano;
y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba;
3 y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré.
4 Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he
consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová, y mi
recompensa con mi Dios.
5 Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su
siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque
estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza);
6 dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus
de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por
luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la
tierra.
7 Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al
menospreciado de alma, al abominado de las naciones, al siervo de los
tiranos: Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová;
porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió.
Dios promete restaurar a Sion
8 Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación
te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures
la tierra, para que heredes asoladas heredades;
9 para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas:
Mostraos. En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán
sus pastos.
10 No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque
el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a
manantiales de aguas.
11 Y convertiré en camino todos mis montes, y mis calzadas serán
levantadas.
12 He aquí éstos vendrán de lejos; y he aquí éstos del norte y del
occidente, y éstos de la tierra de Sinim.
13 Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en
alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus
pobres tendrá misericordia.
14 Pero Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí.
15 ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de
compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me
olvidaré de ti.
16 He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante
de mí están siempre tus muros.
17 Tus edificadores vendrán aprisa; tus destruidores y tus asoladores
saldrán de ti.
18 Alza tus ojos alrededor, y mira: todos éstos se han reunido, han
venido a ti. Vivo yo, dice Jehová, que de todos, como de vestidura de
honra, serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.
19 Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será
estrecha por la multitud de los moradores, y tus destruidores serán
apartados lejos.
20 Aun los hijos de tu orfandad dirán a tus oídos: Estrecho es para mí
este lugar; apártate, para que yo more.
21 Y dirás en tu corazón: ¿Quién me engendró éstos? Porque yo había
sido privada de hijos y estaba sola, peregrina y desterrada; ¿quién, pues,
crió éstos? He aquí yo había sido dejada sola; ¿dónde estaban éstos?
22 Así dijo Jehová el Señor: He aquí, yo tenderé mi mano a las
naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera; y traerán en brazos a tus
hijos, y tus hijas serán traídas en hombros.
23 Reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el rostro
inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y
conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que esperan en mí.
24 ¿Será quitado el botín al valiente? ¿Será rescatado el cautivo de un
tirano?
25 Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo será rescatado del
valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito yo lo
defenderé, y yo salvaré a tus hijos.
26 Y a los que te despojaron haré comer sus propias carnes, y con su
sangre serán embriagados como con vino; y conocerá todo hombre que yo
Jehová soy Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.
Capítulo 50
Jehová ayuda a quienes confían en él
1 Así dijo Jehová: ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con
la cual yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he
vendido? He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras
rebeliones fue repudiada vuestra madre.
2 ¿Por qué cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie
respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí
poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar;
convierto los ríos en desierto; sus peces se pudren por falta de agua, y
mueren de sed.
3 Visto de oscuridad los cielos, y hago como cilicio su cubierta.
4 Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras
al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que
oiga como los sabios.
5 Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví
atrás.
6 Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la
barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.
7 Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso
puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado.
8 Cercano está de mí el que me salva; ¿quién contenderá conmigo?
Juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí.
9 He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? He
aquí que todos ellos se envejecerán como ropa de vestir, serán comidos por
la polilla.
10 ¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su
siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de
Jehová, y apóyese en su Dios.
11 He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas;
andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi
mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados.
Capítulo 51
Palabras de consuelo para Sion
1 Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a
la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde
fuisteis arrancados.
2 Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque
cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.
3 Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y
cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se
hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.
4 Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí
saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos.
5 Cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos
juzgarán a los pueblos; a mí me esperan los de la costa, y en mi brazo
ponen su esperanza.
6 Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque
los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa
de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación
será para siempre, mi justicia no perecerá.
7 Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley.
No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes.
8 Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá
gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por
siglos de siglos.
9 Despiértate, despiértate, vístete de poder, oh brazo de Jehová;
despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No eres tú
el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón?
10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que
transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los
redimidos?
11 Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sion
cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría,
y el dolor y el gemido huirán.
12 Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor
del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?
13 Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y
fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que
aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del
que aflige?
14 El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra,
ni le faltará su pan.
15 Porque yo Jehová, que agito el mar y hago rugir sus ondas, soy tu
Dios, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.
16 Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te
cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra, y
diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú.
17 Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la
mano de Jehová el cáliz de su ira; porque el cáliz de aturdimiento bebiste
hasta los sedimentos.
18 De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la guíe; ni quien la
tome de la mano, de todos los hijos que crió.
19 Estas dos cosas te han acontecido: asolamiento y quebrantamiento,
hambre y espada. ¿Quién se dolerá de ti? ¿Quién te consolará?
20 Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de
todos los caminos, como antílope en la red, llenos de la indignación de
Jehová, de la ira del Dios tuyo.
21 Oye, pues, ahora esto, afligida, ebria, y no de vino:
22 Así dijo Jehová tu Señor, y tu Dios, el cual aboga por su pueblo: He
aquí he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento, los sedimentos del
cáliz de mi ira; nunca más lo beberás.
23 Y lo pondré en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma:
Inclínate, y pasaremos por encima de ti. Y tú pusiste tu cuerpo como
tierra, y como camino, para que pasaran.
Capítulo 52
Dios librará del cautiverio a Sion
1 Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa
hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti
incircunciso ni inmundo.
2 Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las
ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion.
3 Porque así dice Jehová: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin
dinero seréis rescatados.
4 Porque así dijo Jehová el Señor: Mi pueblo descendió a Egipto en
tiempo pasado, para morar allá, y el asirio lo cautivó sin razón.
5 Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado
injustamente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová,
y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día.
6 Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día;
porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.
7 ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres
nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que
publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!
8 ¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente darán voces de
júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová vuelve a traer a Sion.
9 Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Jerusalén; porque
Jehová ha consolado a su pueblo, a Jerusalén ha redimido.
10 Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y
todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro.
11 Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de
en medio de ella; purificaos los que lleváislos utensilios de Jehová.
12 Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo; porque Jehová irá
delante de vosotros, y os congregará el Dios de Israel.
Sufrimientos del Siervo de Jehová
13 He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado,
y será puesto muy en alto.
14 Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de
los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los
hombres,
15 así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la
boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás
habían oído.
Capítulo 53
1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado
el brazo de Jehová?
2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay
parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le
deseemos.
3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores,
experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros
dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados.
6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por
su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado
al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no
abrió su boca.
8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la
contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la
rebelión de mi pueblo fue herido.
9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su
muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.
Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá
por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por
su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las
iniquidades de ellos.
12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes
repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue
contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y
orado por los transgresores.
Capítulo 54
El amor eterno de Jehová hacia Israel
1 Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da
voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de
la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová.
2 Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones
sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus
estacas.
3 Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu
descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas.
4 No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no
serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y
de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria.
5 Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre;
y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado.
6 Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová,
y como a la esposa de la juventud que es repudiada, dijo el Dios tuyo.
7 Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes
misericordias.
8 Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con
misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor.
9 Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca
más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me
enojaré contra ti, ni te reñiré.
10 Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se
apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo
Jehová, el que tiene misericordia de ti.
11 Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo
cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré.
12 Tus ventanas pondré de piedras preciosas, tus puertas de piedras de
carbunclo, y toda tu muralla de piedras preciosas.
13 Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la
paz de tus hijos.
14 Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no
temerás, y de temor, porque no se acercará a ti.
15 Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti
conspirare, delante de ti caerá.
16 He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y
que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para
destruir.
17 Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua
que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de
Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.
Capítulo 55
Misericordia gratuita para todos
1 A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero,
venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y
leche.
2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en
lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará
vuestra alma con grosura.
3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y
haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.
4 He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por
maestro a las naciones.
5 He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te
conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de
Israel que te ha honrado.
6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que
está cercano.
7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y
vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro,
el cual será amplio en perdonar.
8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros
caminos mis caminos, dijo Jehová.
9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más
altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos.
10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no
vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da
semilla al que siembra, y pan al que come,
11 así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino
que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y
los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles
del campo darán palmadas de aplauso.
13 En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá
arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será
raída.
Capítulo 56
Recompensa de los que guardan el pacto de Dios
1 Así dijo Jehová: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana
está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse.
2 Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo
abraza; que guarda el día de reposo para no profanarlo, y que guarda su
mano de hacer todo mal.
3 Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará
totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol
seco.
4 Porque así dijo Jehová: A los eunucos que guarden mis días de reposo,
y escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto,
5 yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor
que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá.
6 Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y
que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden
el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto,
7 yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de
oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar;
porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.
8 Dice Jehová el Señor, el que reúne a los dispersos de Israel: Aún
juntaré sobre él a sus congregados.
9 Todas las bestias del campo, todas las fieras del bosque, venid a
devorar.
10 Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros
mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir.
11 Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no
saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su
propio provecho, cada uno por su lado.
12 Venid, dicen, tomemos vino, embriaguémonos de sidra; y será el día
de mañana como este, o mucho más excelente.
Capítulo 57
Condenación de la idolatría de Israel
1 Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos
mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado
el justo.
2 Entrará en la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan
delante de Dios.
3 Mas vosotros llegaos acá, hijos de la hechicera, generación del
adúltero y de la fornicaria.
4 ¿De quién os habéis burlado? ¿Contra quién ensanchasteis la boca, y
alargasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos rebeldes, generación
mentirosa,
5 que os enfervorizáis con los ídolos debajo de todo árbol frondoso,
que sacrificáis los hijos en los valles, debajo de los peñascos?
6 En las piedras lisas del valle está tu parte; ellas, ellas son tu
suerte; y a ellas derramaste libación, y ofreciste presente. ¿No habré de
castigar estas cosas?
7 Sobre el monte alto y empinado pusiste tu cama; allí también subiste
a hacer sacrificio.
8 Y tras la puerta y el umbral pusiste tu recuerdo; porque a otro, y no
a mí, te descubriste, y subiste, y ensanchaste tu cama, e hiciste con
ellos pacto; amaste su cama dondequiera que la veías.
9 Y fuiste al rey con ungüento, y multiplicaste tus perfumes, y
enviaste tus embajadores lejos, y te abatiste hasta la profundidad del
Seol.
10 En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste: No hay
remedio; hallaste nuevo vigor en tu mano, por tanto, no te desalentaste.
11 ¿Y de quién te asustaste y temiste, que has faltado a la fe, y no te
has acordado de mí, ni te vino al pensamiento? ¿No he guardado silencio
desde tiempos antiguos, y nunca me has temido?
12 Yo publicaré tu justicia y tus obras, que no te aprovecharán.
13 Cuando clames, que te libren tus ídolos; pero a todos ellos llevará
el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía tendrá la
tierra por heredad, y poseerá mi santo monte.
14 Y dirá: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del
camino de mi pueblo.
15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y
cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el
quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los
humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
16 Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues
decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado.
17 Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi
rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón.
18 He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré
consuelo a él y a sus enlutados;
19 produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano,
dijo Jehová; y lo sanaré.
20 Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse
quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.
21 No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos.
Capítulo 58
El verdadero ayuno
1 Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y
anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.
2 Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que
hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me
piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios.
3 ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras
almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno
buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores.
4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el
puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo
alto.
5 ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma,
que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza?
¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?
6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de
impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los
quebrantados, y que rompáis todo yugo?
7 ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes
albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas
de tu hermano?
8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver
pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu
retaguardia.
9 Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí.
Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar
vanidad;
10 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en
las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía.
11 Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y
dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de
aguas, cuyas aguas nunca faltan.
12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de
generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de
portillos, restaurador de calzadas para habitar.
La observancia del día de reposo
13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi
día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo
venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni
hablando tus propias palabras,
14 entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las
alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre;
porque la boca de Jehová lo ha hablado.
Capítulo 59
Confesión del pecado de Israel
1 He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha
agravado su oído para oír;
2 pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro
Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no
oír.
3 Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos
de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra
lengua.
4 No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad;
confían en vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz
iniquidad.
5 Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de
sus huevos, morirá; y si los apretaren, saldrán víboras.
6 Sus telas no servirán para vestir, ni de sus obras serán cubiertos;
sus obras son obras de iniquidad, y obra de rapiña está en sus manos.
7 Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre
inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y
quebrantamiento hay en sus caminos.
8 No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus
veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz.
9 Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la
rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en
oscuridad.
10 Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos;
tropezamos a mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros como
muertos.
11 Gruñimos como osos todos nosotros, y gemimos lastimeramente como
palomas; esperamos justicia, y no la hay; salvación, y se alejó de
nosotros.
12 Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y
nuestros pecados han atestiguado contra nosotros; porque con nosotros
están nuestras iniquidades, y conocemos nuestros pecados:
13 el prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de
nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de
corazón palabras de mentira.
14 Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la
verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir.
15 Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en
prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el
derecho.
16 Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se
interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia.
17 Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de
salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió
de celo como de manto,
18 como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y
dar el pago a sus adversarios; el pago dará a los de la costa.
19 Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el
nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el
Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.
20 Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la
iniquidad en Jacob, dice Jehová.
21 Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que
está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca,
ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo
Jehová, desde ahora y para siempre.
Capítulo 60
La futura gloria de Sion
1 Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de
Jehová ha nacido sobre ti.
2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las
naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
3 Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu
nacimiento.
4 Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron
a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos.
5 Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu
corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de
las naciones hayan venido a ti.
6 Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa;
vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas
de Jehová.
7 Todo el ganado de Cedar será juntado para ti; carneros de Nebaiot te
serán servidos; serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y glorificaré
la casa de mi gloria.
8 ¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, y como palomas a sus
ventanas?
9 Ciertamente a mí esperarán los de la costa, y las naves de Tarsis
desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con
ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al Santo de Israel, que te ha
glorificado.
10 Y extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán; porque
en mi ira te castigué, mas en mi buena voluntad tendré de ti misericordia.
11 Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni
de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones, y
conducidos a ti sus reyes.
12 Porque la nación o el reino que no te sirviere perecerá, y del todo
será asolado.
13 La gloria del Líbano vendrá a ti, cipreses, pinos y bojes
juntamente, para decorar el lugar de mi santuario; y yo honraré el lugar
de mis pies.
14 Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a
las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te
llamarán Ciudad de Jehová, Sion del Santo de Israel.
15 En vez de estar abandonada y aborrecida, tanto que nadie pasaba por
ti, haré que seas una gloria eterna, el gozo de todos los siglos.
16 Y mamarás la leche de las naciones, el pecho de los reyes mamarás; y
conocerás que yo Jehová soy el Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de
Jacob.
17 En vez de bronce traeré oro, y por hierro plata, y por madera
bronce, y en lugar de piedras hierro; y pondré paz por tu tributo, y
justicia por tus opresores.
18 Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni
quebrantamiento en tu territorio, sino que a tus muros llamarás Salvación,
y a tus puertas Alabanza.
19 El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de
la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios
tuyo por tu gloria.
20 No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te
será por luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados.
21 Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la
tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme.
22 El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová,
a su tiempo haré que esto sea cumplido pronto.
Capítulo 61
Buenas nuevas de salvación para Sion
1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová;
me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los
quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los
presos apertura de la cárcel;
2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de
venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;
3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de
ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del
espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de
Jehová, para gloria suya.
4 Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos
primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas
generaciones.
5 Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán
vuestros labradores y vuestros viñadores.
6 Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro
Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su
gloria seréis sublimes.
7 En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os
alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble
honra, y tendrán perpetuo gozo.
8 Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio
para holocausto; por tanto, afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos
pacto perpetuo.
9 Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones, y sus
renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, reconocerán
que son linaje bendito de Jehová.
10 En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios;
porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de
justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.
11 Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace
brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza
delante de todas las naciones.
Capítulo 62
1 Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda
como una antorcha.
2 Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y
te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará.
3 Y serás corona de gloria en la mano de Jehová, y diadema de reino en
la mano del Dios tuyo.
4 Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada;
sino que serás llamada Hefzi-bá, y tu tierra, Beula; porque el amor de
Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada.
5 Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo
tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo
el Dios tuyo.
6 Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda
la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis,
7 ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por
alabanza en la tierra.
8 Juró Jehová por su mano derecha, y por su poderoso brazo: Que jamás
daré tu trigo por comida a tus enemigos, ni beberán los extraños el vino
que es fruto de tu trabajo;
9 sino que los que lo cosechan lo comerán, y alabarán a Jehová; y los
que lo vendimian, lo beberán en los atrios de mi santuario.
10 Pasad, pasad por las puertas; barred el camino al pueblo; allanad,
allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón a los pueblos.
11 He aquí que Jehová hizo oír hasta lo último de la tierra: Decid a la
hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y
delante de él su obra.
12 Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán
Ciudad Deseada, no desamparada.
Capítulo 63
El día de la venganza de Jehová
1 ¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿éste
hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que
hablo en justicia, grande para salvar.
2 ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en
lagar?
3 He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los
pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis
vestidos, y manché todas mis ropas.
4 Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis
redimidos ha llegado.
5 Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien
sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira.
6 Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y
derramé en tierra su sangre.
Bondad de Jehová hacia Israel
7 De las misericordias de Jehová haré memoria, de las alabanzas de
Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de sus
beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus
misericordias, y según la multitud de sus piedades.
8 Porque dijo: Ciertamente mi pueblo son, hijos que no mienten; y fue
su Salvador.
9 En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los
salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los
levantó todos los días de la antigüedad.
10 Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por
lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.
11 Pero se acordó de los días antiguos, de Moisés y de su pueblo,
diciendo: ¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de su
rebaño? ¿dónde el que puso en medio de él su santo espíritu,
12 el que los guió por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria;
el que dividió las aguas delante de ellos, haciéndose así nombre perpetuo,
13 el que los condujo por los abismos, como un caballo por el desierto,
sin que tropezaran?
14 El Espíritu de Jehová los pastoreó, como a una bestia que desciende
al valle; así pastoreaste a tu pueblo, para hacerte nombre glorioso.
Plegaria pidiendo misericordia y ayuda
15 Mira desde el cielo, y contempla desde tu santa y gloriosa morada.
¿Dónde está tu celo, y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus
piedades para conmigo? ¿Se han estrechado?
16 Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no
nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo
es tu nombre.
17 ¿Por qué, oh Jehová, nos has hecho errar de tus caminos, y
endureciste nuestro corazón a tu temor? Vuélvete por amor de tus siervos,
por las tribus de tu heredad.
18 Por poco tiempo lo poseyó tu santo pueblo; nuestros enemigos han
hollado tu santuario.
19 Hemos venido a ser como aquellos de quienes nunca te enseñoreaste,
sobre los cuales nunca fue llamado tu nombre.
Capítulo 64
1 ¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se
escurriesen los montes,
2 como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas,
para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones
temblasen a tu presencia!
3 Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos,
descendiste, fluyeron los montes delante de ti.
4 Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera
de ti, que hiciese por el que en él espera.
5 Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que
se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos;
en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser
salvos?
6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras
justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja,
y nuestras maldades nos llevaron como viento.
7 Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en
ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar
en poder de nuestras maldades.
8 Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el
que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.
9 No te enojes sobremanera, Jehová, ni tengas perpetua memoria de la
iniquidad; he aquí, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros.
10 Tus santas ciudades están desiertas, Sion es un desierto, Jerusalén
una soledad.
11 La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te
alabaron nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas nuestras cosas
preciosas han sido destruidas.
12 ¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas? ¿Callarás, y nos
afligirás sobremanera?
Capítulo 65
Castigo de los rebeldes
1 Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los
que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí,
heme aquí.
2 Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por
camino no bueno, en pos de sus pensamientos;
3 pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a ira, sacrificando en
huertos, y quemando incienso sobre ladrillos;
4 que se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la
noche; que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas
inmundas;
5 que dicen: Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más
santo que tú; éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día.
6 He aquí que escrito está delante de mí; no callaré, sino que
recompensaré, y daré el pago en su seno
7 por vuestras iniquidades, dice Jehová, y por las iniquidades de
vuestros padres juntamente, los cuales quemaron incienso sobre los montes,
y sobre los collados me afrentaron; por tanto, yo les mediré su obra
antigua en su seno.
8 Así ha dicho Jehová: Como si alguno hallase mosto en un racimo, y
dijese: No lo desperdicies, porque bendición hay en él; así haré yo por
mis siervos, que no lo destruiré todo.
9 Sacaré descendencia de Jacob, y de Judá heredero de mis montes; y mis
escogidos poseerán por heredad la tierra, y mis siervos habitarán allí.
10 Y será Sarón para habitación de ovejas, y el valle de Acor para
majada de vacas, para mi pueblo que me buscó.
11 Pero vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte,
que ponéis mesa para la Fortuna, y suministráis libaciones para el
Destino;
12 yo también os destinaré a la espada, y todos vosotros os
arrodillaréis al degolladero, por cuanto llamé, y no respondisteis; hablé,
y no oísteis, sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y
escogisteis lo que me desagrada.
13 Por tanto, así dijo Jehová el Señor: He aquí que mis siervos
comerán, y vosotros tendréis hambre; he aquí que mis siervos beberán, y
vosotros tendréis sed; he aquí que mis siervos se alegrarán, y vosotros
seréis avergonzados;
14 he aquí que mis siervos cantarán por júbilo del corazón, y vosotros
clamaréis por el dolor del corazón, y por el quebrantamiento de espíritu
aullaréis.
15 Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis escogidos, y Jehová el
Señor te matará, y a sus siervos llamará por otro nombre.
16 El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá;
y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará; porque las
angustias primeras serán olvidadas, y serán cubiertas de mis ojos.
Cielos nuevos y tierra nueva
17 Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo
primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.
18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he
creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo
gozo.
19 Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más
se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor.
20 No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus
días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien
años será maldito.
21 Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el
fruto de ellas.
22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma;
porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis
escogidos disfrutarán la obra de sus manos.
23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son
linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos.
24 Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré
oído.
25 El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja
como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán,
ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.
Capítulo 66
Los juicios de Jehová y la futura prosperidad de Sion
1 Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis
pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de
mi reposo?
2 Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice
Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que
tiembla a mi palabra.
3 El que sacrifica buey es como si matase a un hombre; el que sacrifica
oveja, como si degollase un perro; el que hace ofrenda, como si ofreciese
sangre de cerdo; el que quema incienso, como si bendijese a un ídolo. Y
porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones,
4 también yo escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que
temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que
hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada.
5 Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra:
Vuestros hermanos que os aborrecen, y os echan fuera por causa de mi
nombre, dijeron: Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará para alegría
vuestra, y ellos serán confundidos.
6 Voz de alboroto de la ciudad, voz del templo, voz de Jehová que da el
pago a sus enemigos.
7 Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen
dolores, dio a luz hijo.
8 ¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra
en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de
parto, dio a luz sus hijos.
9 Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago
engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios.
10 Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis;
llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella;
11 para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones;
para que bebáis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria.
12 Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como
un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y
mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis
mimados.
13 Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a
vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.
14 Y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos
reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será
conocida, y se enojará contra sus enemigos.
15 Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como
torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de
fuego.
16 Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los
muertos de Jehová serán multiplicados.
17 Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos
tras otros, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, juntamente
serán talados, dice Jehová.
18 Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; tiempo vendrá para
juntar a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria.
19 Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a
las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán,
a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y
publicarán mi gloria entre las naciones.
20 Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por
ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en
camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los
hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de
Jehová.
21 Y tomaré también de ellos para sacerdotes y levitas, dice Jehová.
22 Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago
permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra
descendencia y vuestro nombre.
23 Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos
a adorar delante de mí, dijo Jehová.
24 Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron
contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán
abominables a todo hombre. |